La buena temporada turística no se ha traducido en bienestar para todo el mundo. Así lo demuestra el relato de María del Carmen Vera, de 55 años, residente en Inca y camarera de pisos en un resort del Port de Alcúdia que ya acumula 24 denuncias de trabajadores. En esta temporada, diez empleados han abandonado el establecimiento «por no poder aguantar las presiones ni el ritmo de trabajo».
A pesar de llevar diez años como camarera de pisos, jamás se había encontrado en una situación como la actual. Es la primera vez que trabaja en el resort, un complejo de apartamentos recién reformado en el que «las exigencias de los superiores son máximas».
«Yo sola debo encargarme de 19 bungalows, de los que dos son dobles, y jamás acabo a mi hora para que todo esté perfecto», detalla María del Carmen Vera, quien denuncia que no cobran las horas extra. «Falta personal y las condiciones con que trabajamos son inhumanas, voy llena de moratones», añade.
La problemática radica en «la distancia entre los apartamentos y la lavandería, lo que nos obliga a cargar con dos carros llenos de ropa muy pesados por la calle, sorteando a peatones y vehículos», detalla. Además, «tenemos que ir a toda velocidad para poder terminar todo el trabajo y dejarlo a la perfección, ya que los superiores lo vigilan de cerca».
Esta trabajadora denuncia también no disponer de servicios en su zona de trabajo y tener que desplazarse más de 400 metros para poder ir al baño.
Aun así, reconoce la satisfacción de los clientes con su servicio, a los que en ningún momento ha criticado.