No está previsto en la Constitución, ni en la española ni en la de ningún otro país democrático del planeta. Es lo nunca visto. Es un espectáculo burlesco. Rajoy le ha encontrado el gustito a ser presidente en funciones. Por tanto, más que un bloqueo, España ha entrado en el teatro del absurdo. Su presidente quiere seguir como está, en Moncloa sin tener que aguantar engorrosos plenos ni presiones de la oposición, Y ahí continua apoltronado, mandando, con cada vez menos ministros en funciones, ya que se le han ido por diferentes motivos Soria, Pastor y Alonso, mientras Fernández Díaz pende de un hilo por el escándalo de las grabaciones. Pero es igual. Mariano dilata, y dilata y dilata...
La semana pasada Ciudadanos le lanzó un ultimátum de seis condiciones «si ne qua non» y reclamó fecha de investidura. Rajoy se tomó ¡una semana de tiempo! para, teóricamente, exponer estas condiciones a la Ejecutiva de su partido y para analizar la respuesta. Pero tras el encuentro de este miércoles ni hay fecha de toma de posesión, ni versión del PP sobre el ultimátum de Ciudadanos sobre las medidas anticorrupción. Únicamente Rajoy dice que tiene el «permiso» de su partido para seguir negociando. ¡Un permiso que ya tenía el 27 de junio, al día siguiente de las generales! Mariano lleva casi dos meses mareando la perdiz hasta niveles exasperantes. España ha entrado en el tragicómico territorio de la opereta vienesa. Esto es una reedición de la Viuda Alegre, con Mariano de protagonista.
Habrá que ver el nuevo capítulo de la dilación este jueves, en el encuentro con Rivera. ¿Cómo se las ingeniará Mariano para seguir de presidente en funciones? ¿Cómo logrará que el ultimátum del líder de Ciudadanos se convierta en gaseosa? ¿Cómo le toreará esta vez para no darle ni fecha de investidura ni la cabeza de Rita Barberá? ¿Cuánto tiempo arañará en esta ocasión Mariano. Y, sobre todo, ¿a dónde va?
De momento, a gozar de la interinidad, sin que nadie le moleste desde la Cámara, por mucha pataleta que organice la oposición. Rajoy ni se inmuta. Un quisquilloso diría que su postura de no someterse a la investidura con un encargo del jefe del Estado sobre la mesa desde mediados de julio, ya roza la sedición, se acerca a la actitud antidemocrática del despreció a la soberanía popular. Pero él seguirá en funciones hasta el límite y más allá.
¿Y luego? ¿Qué hará cuando su interinidad con el poder agarrado con las dos manos ya se haya convertido en surrealista, en insostenible incluso para su santa paciencia? Buscará las terceras elecciones. Dice que no las quiere, pero en realidad las provoca. Le salió muy bien la jugada el 26-J, cuando ganó escaños respecto al 20-D tras matar de cansancio a sus adversarios. Ahora busca el mismo objetivo: desencantar a todo bicho viviente y acercarse a la mayoría absoluta en diciembre o enero entre un mar de abstencionistas. Pero claro: sin que nadie lo note...
No quiere irse. No quiere presentare a la investidura. Sólo busca mantenerse en el poder utilizando toda suerte de artimañas. Mariano no gobierna. Lo suyo es mandar. Él es poder o poder. Al precio que sea, utilizando todos los trucos habidos y por haber (y si no los hay se inventan), convirtiendo la democracia constitucional en un ejercicio circense de juego de manos. Pobre Constitución. Tan sobada, tan manida y, a la hora de la verdad, tan despreciada...Los hombres inventaron las Constituciones para que nadie se perpetuase en el poder. Eso es lo que de verdad está en juego es este teatro del absurdo que estamos soportando..
Rajoy le ha tomado gusto a ser presidente en funciones y lo alargará hasta el absurdo
Joan Riera | Palma |