Nadie quiere admitirlo, pero el Gobierno de concentración PP-PSOE-Ciudadanos para gobernar España a partir del próximo verano ya se está maquinando en estos momentos. Las reuniones se repiten en muy altos despachos de Madrid. Y no sólo de Madrid. La solución pasa por este tripartito y por un presidente del Gobierno del PP que no sea Mariano Rajoy. Esa es la única condición que ponen Albert Rivera o la cúpula del PSOE. Habrá que ver si Pedro Sánchez dimite la misma noche electoral si no saca un resultado digno. Esa es otra de las claves.
La formación del Gobierno de concentración, experiencia que no se vive en España desde 1918, cuando Alfonso XIII se lo encargó a Antoni Maura ya en los estertores del régimen de la Restauración, implica hoy en día algo más desconcertante que entonces: entregar la jefatura de la oposición a Pablo Iglesias. Pero las cúpulas económicas y los grandes consejos de administración no ven otra salida. Porque lo que de verdad les da miedo es la fórmula abortada bajo presión el pasado enero: un Gobierno PSOE-Podemos-nacionalistas catalanes y vascos. Para que tal posibilidad se desvanezca, tiene que producirse el sorpasso de Podemos al PSOE. Ni Sánchez ni ningún presidente socialista puede aceptar ser el vicepresidente de un podemita, antes se irán con la derecha. Por eso las televisiones madrileñas están ensalzando a Iglesias y fabrican este sorpasso. En el fondo, ya enhebran este Gobierno de concentración antes de hora.
Además, el PSOE tiene que entrar en este Gobierno (siempre que Rajoy se vaya). Desde dentro y controlando los Ministerios sociales tendrá fuerza par intentar frenar el avance de Podemos y, sobre todo, para evitar que sus bases se marchen, imantadas y obnubiladas, con Pablo Iglesias.
Así están las cosas. Desde Madrid se comenta que Soraya Sáenz de Santamaría ya se prepara para presidir este Gobierno. Lo malo es que tiene mucha fuerza en el Ejecutivo pero poquísima en el PP. Este partido prefiere al gallego Núñez Feijoo. Pero Soraya puede salirse con la suya porque ahora mismo al futuro ya no lo acuerdan los partidos, ni siquiera sus cúpulas. La decisión final está en otros ámbitos del Estado y del poder económico. Sería insoportable para élites que no se pudiese formar Gobierno este verano. Les va muchísimo en juego. Y abajo, en la calle, la gente podría sulfurarse demasiado y exigir soluciones que fuesen demasiado lejos. Ahora mismo, control es sinónimo de concentración, siempre sin Rajoy y sin Sánchez si no queda más remedio.
Hacia el Gobierno de concentración PP-PSOE-Ciudadanos
Joan Riera | palma |