El 16 de mayo de 2016 pasará a la historia del PP como un día trágico. Tal vez el que puede marcar la ruptura del partido. La reunión de la Junta Insular de Mallorca, a la que asistieron unos 130 miembros, de los cuales al menos 80 apoyaban a Pere Rotger como cabeza de lista al Congreso en noble pugna con el rodriguista Rogelio Araujo, se transformó en un circo en el que elefantes, tigres, focas, clowns y algún que otro enano se presentaron a candidatos a cabezas de lista por Balears. En total, 23. Lo nunca visto. Era para matar de risa a toda la ciudadanía de Mallorca, desde las gaviotas de Formentor a las tintoreras de Cabrera. Había que parar a Rotger con malas artes. A lo bruto. Su victoria era el prólogo de una inapelable victoria regionalista en el próximo congreso regional, cuando llegue el momento, probablemente dentro de medio año, cuando en Madrid ya se haya estrenado la era postRajoy y el viento de democracia interna recorra y limpie la atmósfera de este partido, cangrenado por las peleas internas.
Hasta aquí la primera parte del show. Entre los 21 espontáneos de último momento que se lanzaron a la arena del circo, había rodriguistas, cachorros de Bauzá y una sorpresa: la delegada Teresa Palmer, a la cual le explicaron la jugada el domingo (¿fue José Ramón?) y le indicaron que debía agarrar muleta y espada porque era la preferida de Madrid. Rotger y su contrincante Araujo vieron como el pulso a dos se convertía en un espectáculo paranoico. Hasta algunos chavales de Nuevas Generaciones se creyeron Winston Churchill presentándose a número uno como quien entra en una discoteca con las manos en los bolsillos.
La mayoría regionalista, comenzando por Pere Rotger, exigió que se votase, que es lo que hace toda organización democrática desde los tiempos de Mari Castaña. Pero hete aquí que el egregio jurista de Binissalem Jeroni Salom, presidente del PP-Mallorca y corcel saltarín de la ganadería de José Ramón, proclamó que no se podía votar conforme al mandato de la Junta Regional y que «el acuerdo ha de ser por consenso». ¡Pero de qué consenso hablaba Salom con 23 candidatos ante sus narices, 21 de los cuales espontáneos de última hora o simplemente marionetas! La mayoría regionalista se quedó helada. Aquello era el timo de la estampita. En aquel momento, la democracia interna del PP-Mallorca sufrió un navajazo muy profundo del que tardará mucho tiempo en recuperarse...si lo logra.
Habló José María Rodríguez mirando a los regionalistas: «Vosotros queréis votar porque creéis que tenéis mayoría», dijo. Y defendió que no se votase. El rodriguismo más peleón se aferraba a la mesnada de candidatos paranoicos para asfixiar a la mayoría regionalista como quien ata a un gigante con una tropa de hooligans-revienta-asambleas.En aquel momento se oyeron abucheos regionalistas en el fondo de la sala contra el patriarca del PP-Palma. Los mayoritarios se subían por las paredes. La Part Forana estaba quemada y se sentía estafada.
La Junta se celebró en el antiguo cuartel General Luque de Inca, en el Museu del Calçat . El lugar no podía ser más adecuado. Aquello fue un cuartelazo con un zapatazo final en el trasero regionalista. Los mayoritarios comprendieron que allí se castraba a los que quieren votar.
Ahora Madrid designará. El PP de Mallorca se puso de rodillas ante el reclinatorio que mira a la calle Génova. Jamás había pasado. Aquí los minoritarios asfixiaron a los mayoritarios. ¿Será Teresa la elegida? Es más que posible: por mujer, por delegada y porque no pinta nada en el partido y por tanto es manejable por José Ramón y Rodríguez. Fue el prólogo del próximo congreso. Si el 26-J el PP obtiene en Balears un mal resultado (hacen lo imposible para que sea así) el próximo congreso puede provocar la definitiva ruptura de esta histórica organización. De hecho ya hay movimientos antirregionalistas muy fuertes. El acoso y derribo de Mateu Isern sólo fue un aperitivo. Hablan las Bases y los rodriguistas se están rearmando después de su victoria sin urnas, del golpe de mano de este 16 de mayo. Y José Ramón afila las bayonetas de la venganza. ¿Qué pinta el regionalismo junto a esta tropa?