El exjefe de la Casa Real Alberto Aza haasegurado, durante su declaración como testigo en el juicio del caso Nóos, que la Casa del Rey «en ningún caso tuvo conocimiento» de las presuntas irregularidades cometidas a través de la entidad presidida por Iñaki Urdangarin, de quien además tenía entonces un «concepto positivo».
«No había ningún motivo para pensar en que estaban incurriendo en hechos ilícitos», ha manifestado Aza, quien, en su interrogatorio por videoconferencia, ha manifestado que si empezó a sentirse preocupado por las actividades del exduque se debió a que los miembros de la Familia Real «debían tener una determinada delicadeza» para que su intervención en empresas o negocios «no pudiera ser interpretada como un trato de favor».
Según ha señalado, ésta era una «pauta general» en la Casa Real y por ello el exasesor externo de la Casa Real José Manuel Romero y él mismo despacharon la conveniencia de que Urdangarin abandonara el Instituto Nóos. «La mejor recomendación fue proponerme Romero que le indicara a Urdangarin que dejara Nóos y toda suerte de actividad mercantil o comercial».
Aza dio por supuesto que Urdangarin "había cumplido" la orden de dejar Nóos
Aza dio por supuesto que Iñaki Urdangarin «había cumplido lo que se le proponía» y había dejado el Instituto Nóos, por lo que dio el asunto por resuelto. «Luego, el curso de los acontecimientos, fue por otros caminos, fíjese usted hasta donde hemos llegado», ha afirmado.
En su declaración por videoconferencia como testigo, Aza ha explicado ante el tribunal que a principios de 2006, a través del asesor de la Casa Real José Manuel Romero, se propuso a Urdangarin «abandonar toda actividad comercial» cuando surgieron críticas políticas por los trabajos del Instituto Nóos para administraciones públicas de Valencia y Baleares.
«Después de haber decidido la separación, perdí prácticamente el hilo del tema porque, por un lado daba por supuesto que el señor Urdangarin había cumplido lo que se le proponía, y dos, que la fundación famosa esta que el señor José Manuel Romero consideraba que era una réplica improcedente del Instituto Noos, había quedado resuelta o se disolvía y di el tema, en lo que a mí me implicaba, lo di por resuelto», ha detallado.
Ha precisado que tras la disolución del instituto y la creación de la fundación Areté, Romero también la consideró improcedente y dijo que había que deshacerla porque las personas que componían su patronato «eran prácticamente las mismas, si no idénticas, a las que componían el Instituto Nóos».