El juicio del caso Nóos aclara muchos aspectos secundarios, abre luz sobre cómo estaba montado el tinglado, pero se mantiene parcialmente entre tinieblas en lo esencial.
Queda claro, según declaró Jaume Matas, que Urdangarin era el conseguidor. También parece evidente, según el expresident, que Pepote Ballester era el hombre de la Casa Real dentro del Govern. Matas ha llegado a declarar que el Rey Juan Carlos le felicitó por su nombramiento. Pero la pregunta clave queda en el aire: ¿Si Pepote era el hombre de la familia Real, ¿quién le pidió a Matas que le nombrase director general de Deportes? ¿O acaso Matas lo hizo por iniciativa propia? Habría que aclarar este punto porque el expresident ha afirmado que Pepote se mostraba «muy celoso» de su trabajo, es decir, que cortaba el bacalao sin admitir excesivas interferencias. ¿Era Pepote un personaje impuesto para hacer y deshacer con Urdangarin? ¿Quién era el consentido, Pepote cuando vestía el santo o Iñaki cuando se quedaba la túnica y las sandalias? A eso aún no lo ha aclarado Matas. Según Pepote,sólo se dedicaba a cumplir órdenes de Jaume. ¿Quién no se ajusta a la verdad?
Otro aspecto importante es el móvil de todo el tinglado Nóos. Está probado que esta fundación aparentemente ficticia se dedicaba a ganar dinero fácil para Urdangarin y su socio y cerebro Diego Torres. ¿Pero en qué se invertían los beneficios? ¿Acaso en el palacete de Pedralbes para la infanta Cristina? ¿A conseguir un excelente tren de vida para la hija del Rey? ¿Era el conseguidor Urdangarin el jefe de la trama y del dinero que se generaba o un mero instrumento? ¿Quién era el máximo beneficiario o beneficiaria de Nóos?
Matas se ha quitado muchas pulgas de encima de manera muy hábil descargando sobre Pepote la dirección del tinglado y sobre sus subordinados por no hacer las cosas con mayor pulcritud jurídica. Pero quién nombró formalmente a Pepote fue el expresident, por el cual no siente gran simpatía. ¿Quién se lo pidió? ¿Fue Urdangarin en persona o hubo avales de mucho más peso?
Matas hace bien con esta doble estrategia de por un lado asumir su culpa, si bien subrayando que es parcial, mientras por el otro costado se desmarca todo lo que puede del meollo del asunto. Al fin y al cabo, la oferta Urdangarin podía ser útil para la promoción de Balears. Además, cuenta con una ventaja: el TSJ de Valencia exculpó a Camps y Barberá cuando al parecer ayudaron a Urdangarin de manera semejante a Matas. Incluso se habló de una comida en Zarzuela donde hubo halagos y agasajos hacia los dos dirigentes valencianos...¿Por qué Camps no y Matas sí?
Lo malo de estas nebulosas es que pueden acabar enturbiando el asunto en su conjunto, hundirlo en un mar de incógnitas. Haya o no haya condenas, funcionen o no funcionen los pactos con Fiscalía, lo fundamental, lo que exige la ciudadanía, es el esclarecimiento total de la verdad. Y de esa verdad tenemos mucha en los segundos escalones pero no tanta en la cúpula del problema.