Elementos próximos a José María Rodríguez se pusieron de los nervios este martes al enterarse de que Biel Company, aspirante en la sombra a la presidencia del PP-Balear, iba a mantener una reunión con una treintena de afiliados de Palma en un bar de Son Ferriol. Eran enviados de diferentes agrupaciones populares. La mayoría pertenecen a la corriente interna Apropp, que se caracteriza por su antirodriguismo militante.
Tal convocatoria fue una sacudida eléctrica para los rodriguistas, que se movieron rápidamente como tintoreras en un estanque para tratar de boicotear el encuentro. Según ellos, iba en contra de los estatutos del partido ya que todavía no se ha abierto el proceso congresual y los encuentros han de celebrarse en las sedes oficiales y de manera orgánica, es decir, en los aparatos de poder que ellos controlan. «Nada tiene derecho a respirar fuera de su vigilancia», indican fuentes de Apropp.
La reunión, avanzada por esta sección, supuso que incluso desde la cúpula del PP-Palma, que ahora tiene la sensación de pisar pieles de plátano, se lanzasen mensajes a Company para que no acudiese al encuentro, boicoteando así este movimiento interno desde su propia génesis. Pero fue en vano. Company acudió. Es un viejo zorro de la política que comprendió al instante que tal cabreo rodriguista por un simple encuentro de amigos era una prueba de debilidad y no de fuerza. Vio claro que el rodriguismo tiene miedo. Company se sintió asentado y seguro ante tan desesperado alarido antirregionalista.
Además, los estatutos del PP no dicen por ninguna parte que un diputado autonómico no pueda reunirse con afiliados para explicarles la política que se desarrolla en el Parlamet. Y a eso fue. Y eso explicó mientras otros escuchaban e intervenían. Pero todo el mundo entendía entre líneas. En ningún momento Company dijo que se presentaría a la presidencia del PP-Balear, pero tampoco indicó lo contrario. Quedó implícitamente claro que esperaba el momento adecuado para dar el paso adelante. De eso no le quedó ninguna duda a los que estaban presentes. También pronunció una frase para muchos lapidaria: «Nadie puede dormirse en los laureles». Era un claro mensaje al rodriguismo.
Los rodriguistas tienen previsto apoyar o impulsar un candidato en el congreso balear para frenar a los regionalistas. Será su primera batalla para garantizarse lo que realmente buscan: mantener el control del PP-Palma en el congreso que muy probablemente se celebrará el año que viene. Todo apunta a Álvaro Gijón como nuevo presidente con José María investido de eminencia reverendísima, moviendo los hilos desde detrás, desde delante, desde arriba y desde debajo. Pero en Palma hay movida a granel. Demasiada. Las gentes de Isern, de Fiol, de Apropp y de grupos de militantes apartados por el aparato rodriguista se están moviendo con notable energía.
Mientras, esta vez se observarán con lupa las reuniones periódicas que mantiene el PP-Palma con sus concejales de Corta para que expliquen al partido la política que desarrollan. Se mirará la capacidad de convocatoria de estas reuniones manejadas por el rodriguismo y el ánimo de la gente que acude. Son termómetros para comenzar a calibrar la gran batalla que se librará dentro de unos meses. De momento, Biel Company ya ha visto la debilidad rodriguista al ver rasgarse vestiduras y desmelenes contra el viento por una simple reunión en Son Ferriol.