La falta de lluvias puede empezar a tener consecuencias graves a partir de la primavera porque los embalses se encuentran al 27,7 % de su capacidad cuando deberían estar llenándose de cara al verano y tampoco el resto de vías de captación de agua que se emplean durante estos meses están como otros años. Por eso, Emaya tuvo que recurrir a comprar agua en los pasados meses de noviembre y diciembre para completar el suministro de la ciudad de Palma, algo que no ocurría desde al menos cuatro o cinco años, informó la responsable del Departament d'Explotació de Emaya, Eva Sastre. Durante esos meses el consumo fue un 8 % más alto de lo habitual por las temperaturas.
Sastre explicó que la compra de agua en noviembre y diciembre se realizó en Abaqua, dependiente del Govern, a la que Emaya paga un coste fijo de tres millones de euros anuales solo por la disponibilidad de esta empresa, pero a la que luego se debe pagar por el agua comprada.
El año pasado por estas fechas el Cúber y el Gorg Blau acumulaban unas reservas del 57,95 % «y lo normal es que durante los meses de verano se exploten los embalses, de los que sale cerca del 50 % del agua que se consume en la ciudad, para luego dejarles reposar de noviembre a primavera, tiempo en el que se vuelven a llenar», dijo Sastre. Pero este año los pantanos no se están reponiendo.