El conseller de Turisme, Biel Barceló, ha decidido dar la batalla contra el ‘self service' alcohólico en los hoteles, una práctica que este verano ha hecho furor en Magaluf y se ha extendido a otros establecimientos de Calvià e incluso Platja de Palma.
El todo incluido ha llegado al alcohol a mansalva y sin ningún control. La fórmula es tan sencilla y barata como efectiva. En los salones del hotel se colocan mesas con botellas de alcohol, preferentemente ron y ginebra. Un letrero advierte al cliente: Sólo marcas nacionales. Muy cerca se encuentran las máquinas expendedoras de cerveza y refrescos y en otra mesa se hallan los vasitos de plástico. No hacen falta camareros. El cliente se sirve a su gusto lo que desea, puede hacerse sus propios cocktails y no hay límite de cantidad.
El vicepresidente Barceló afirmó que «ya hemos intentado actuar contra el libre acceso a los vasos de plástico, por la bajísima calidad turística que ofrecen», pero se han encontrado con la sorpresa de que habría sido peor el remedio que la enfermedad. Los turistas se llevan los vasos llenos de alcohol a las piscinas, convertidas en auténticas borracheras. «Sería muy peligroso que se sirviesen ellos mismos en vasos de cristal. Por eso actuaremos de otra manera».