La canonización del misionero mallorquín Miquel Josep Serra i Ferrer (Petra, 1713-Monterrey, California, 1784), aprobada en mayo pasado por el papa Francisco, se ha transformado en un fenómeno social y político en Estados Unidos, que sobrepasa lo estrictamente religioso. La figura, la obra y la trayectoria de Juníper Serra no dejan a nadie indiferente en un país de 72 millones de católicos, que representan al 23 por ciento de la población.
Una delegación integrada por 60 personas y encabezada por el obispo Javier Salinas partió este lunes hacia Washington para participar en la ceremonia. Integran la representación institucional el president del Consell, Miquel Ensenyat; el director general de Coordinació, Josep Claverol, y el alcalde de Petra, Salvador Femenías.
Más de 25.000 personas –de ellas 6.000 estudiantes– asistirán este miércoles a la ceremonia, de tres horas de duración, para la que se han acreditado 8.000 profesionales de los medios de comunicación. La expectación mediática es extraordinaria en torno a la Universidad Católica de Estados Unidos, donde está ubicado el santuario, controlado y vigilado desde hace días por los agentes del Servicio Secreto.
El cardenal arzobispo de Washington, Donald Wuerl, afirma que «Junípero trajo la fe al Nuevo Mundo, es el primer papa del Nuevo Mundo» y añade que el papa Francisco –este jesuita que ejerce de franciscano y dominico al mismo tiempo– cierra, con la canonización del petrer Serra i Ferrer el ciclo histórico que abrió hace más de dos siglos.
La basílica de la Concepción ha quedado pequeña porque para cada silla que se ha instalado se han recibido al menos diez peticiones. La avalancha de peregrinos que llegan a Washington no cesa porque, por primera vez, este Papa que tanto tiene por hacer oficiará una misa en Estados Unidos.
Controversia
Desde la Santa Sede plantean la canonización como un demostración de la actualidad del Evangelio, el vigor y la capacidad de convocatoria de la Iglesia Católica en Estados Unidos, cuya conferencia episcopal ha vivido con dolor y con un elevado coste económico los casos de pederastia, a los que el papa Francisco ha respondido, contundente, con tolerancia cero.
La ceremonia que glorificará a aquel fraile menor de Petra también suscita controversia entre colectivos indígenas que discrepan con la alta consideración de ser el más sólido impulsor de la evangelización y la introducción del catolicismo en la Alta California, cuando estos vastos territorios pertenecían al virreinato de Nueva España. La figura Juníper Serra, calificado como el «padre de California», fundador de nueve misiones entre San Diego y San Francisco, no escapa de la polémica entre los grupos nativos que rechazan sea elevado a los altares.
Rechazo
Olin Tezcatlipoca, director del Movimiento Mexica, entidad que defiende los derechos de los indígenas de California, sostiene que el misionero mallorquín «promovió la inmoralidad y la esclavitud». Para esta asociación «Serra es el símbolo del colonialismo, la supremacía blanca y el genocidio de personas nativas de estas tierras».