El investigador Bartomeu Mestre Balutxo consiguió anoche sintetizar en una hora y media de conferencia la Guerra de Sucesión, la caída de Barcelona y la posterior de Palma el julio de 1715. Tres lustros de conflicto. Aportó documentos, algunos de ellos casi desconocidos, y elogió la «dignidad de un pueblo que ha sabido mantener su lengua y su cultura pese a la persecución a que fue sometido. Estamos vivos porque somos muy vivos», afirmó.
«Haremos lo que decidan el resto de territorios de la Corona de Aragón», fue la respuesta mallorquina a la imposición de Felipe V de Borbón como rey de España, nieto del absolutista Luis XIV francés. Inglaterra y Holanda se aliaron con catalanes, valencianos aragoneses y baleares. Todos fueron a la lucha, evocó Mestre. Pero en 1713 los británicos, que habían debilitado a Luis XIV firmaron la paz y dejaron sola a Catalunya. Los mallorquines enviaron pólvora y harina. Hubo muchos artilleros baleares en Barcelona. «De noche los valencianos iluminaban el cielo con fuegos artificiales y los mallorquines disparaban sus cañones». Cuando se produjo el desembarco en Mallorca, el último baluarte, los isleños lucharon. Hubo centenares de muertos.
Mestre indicó que «hemos encontrado documentos que muestran cómo la persecución la lengua catalana era idéntica a la que hacían con los idiomas de los indios americanos. Pura opresión colonial». También se lamentó de que «se celebre en Mallorca el 300 aniversario de la Capitanía General, cuando es el símbolo de aquella derrota a manos de tropas francesas al mando de caballero d'Asphelt», al que calificó de «carnicero de Xàtiva, que aún tiene una calle en Palma». Y subrayó «la mala conciencia de los ingleses por haber abandonado a sus aliados catalanes. Hasta Churchill lo reconoció siglos más tarde».