El PSM ya es un partido maduro, alejado de aquella muchachada simpática, alegre pero menos reflexiva de hace unas décadas, cuando sus bases llegaban a exhibir pancartas que rezaban de Salses a Guardamar i de Fraga a Maó en alusión al ámbito territorial de los Països Catalans. Pero mirando hacia el Principat, ahora la cosa está mucho más tibia y calmada desde el ámbito del nacionalismo mallorquín. Observan con atención el proceso catalán, pero con mucha más distancia que apasionamiento. El próximo viernes se celebra en la Meridiana de Barcelona una manifestación que puede levantar ampollas en las faldas de la Sierra del Guadarrama. Será el encendido prólogo de la llamada a las urnas del día 27. El PSM mandará una delegación de compromiso, con algún diputado, algún alto cargo, militantes a título individual y con el apoyo de algunos grupos de chicos y chicas mallorquines que estudian en las universidades catalanas. Pero poca cosa más para estar junto a la gente de Más y Junqueras en su hora más lírica, encendida y combativa.
El viceprensidente balear y líder del PSM, Biel Barceló, tiene compromisos ineludibles en Mallorca. Detrás de él, el grueso de la flor y nata pesemera, incluído el alcalde de la luchadora Manacor, Miquel Oliver, también están atados por los compromisos institucionales.
Que nadie se engañe. «Aquí no hay casualidades en la mayoría de las actitudes». Se trata de una postura estudiada e inteligente. La prioridad del PSM es mejorar la financiación balear y conseguir mucho más que las migajas actuales. No quieren dar excusas a Montoro para que corte el grifo afirmando que en el Gobern Balear hay mucho independentista. Necesitan como el pan ofrecer una imagen moderada, seria y, a la postre, provechosa. Por ejemplo, Biel Barceló es el conseller de los hoteleros, que en su inmensa mayoría miran con desconfianza, e incluso con preocupación, el proceso del Principat. Es muy difícil congeniar ser el dirigente político de la principal industria balear con irse a la Meridiana a liberar sentimientos. Barceló ha de ser más mallorquín, más balear que nunca, pese a su afinidad cultural con Catalunya. Esas son las lentejas que hay sobre la mesa. «El resto son castillos en el aire»
Hasta el próximo 27-M le será posible al PSM mantener este sutil equilibrio entre la realidad y el deseo. El problema vendrá después, si el problema catalán se encrespa hasta límites irrespirables no les va a quedar otro remedio que promunciarse. Pero de momento, se conforman con enviar una delegación «para quedar bien». Y a verlas venir.