Una nueva biografía de Junípero Serra, el fraile franciscano español que fundó las misiones de California, impulsa un movimiento que revaloriza esta figura controvertida en Estados Unidos meses antes de su anunciada canonización.
El historiador Robert Senkewicz y la profesora de literatura española Rose Marie Beebe colaboraron en esta biografía que aporta una visión nueva de la misión evangelizadora del fraile y su relación con los indígenas.
Los autores aseguran que, a pesar de su actitud firme y paternalista hacia los indígenas, Serra sentía una enorme compasión hacia ellos y estaba convencido de que las misiones proporcionaban una gran mejora a sus condiciones de vida.
El libro es producto de más de dos décadas de investigación y traducción de documentos, no solo en torno a la figura de Serra, sino también de hombres y mujeres que vivieron en California antes de la fiebre del oro.
Aunque el libro está dirigido a un público académico, la narración cobra vida al incluirse numerosos fragmentos de cartas y sermones que exponen el carácter complejo del fraile y permiten un mayor acercamiento a esta importante figura del siglo XVIII.
Serra nació en 1713 en la localidad de Petra, en el oeste de Mallorca, un pueblo de labradores y gente humilde como su familia.
La primera parte de su vida transcurrió en la Isla entre la escuela del convento franciscano de San Bernardino, donde cursó sus primeros estudios, y el de Palma, donde descubrió su vocación religiosa.
Al poco tiempo, Serra destacó en sus estudios y de joven logró ocupar la cátedra de teología escotista en la Universidad Luliana de Palma.
Según los autores, sus primeros escritos se enfocaron en materias académicas.
De sus sermones solo sobreviven cuatro de 1744, y los autores creen que no debió escribir muchas cartas durante la época, ya que las cortas distancias le permitían recorrer la isla sin mucho esfuerzo.
La mayor parte de sus escritos data de los 34 años que pasó como misionero en México y California, aunque estos sobreviven del mismo modo intermitente que los de su juventud.
Los autores deducen que, a pesar de su destacada labor académica, en algún punto de la década de 1740, Serra debió sentir que sus estudios interferían con la labor espiritual que inicialmente había elegido como modo de vida.
Es así que la labor misionera se le presentó como una oportunidad para renovarse tanto individual como espiritualmente.
El libro incluye detalles de la travesía a la Nueva España, un viaje largo que llevó al fraile, primero a San Juan de Puerto Rico y, finalmente, a Veracruz, desde donde partió a pie hasta la capital la ciudad de México.
La narración del viaje inicial y los subsiguientes, en cuanto al establecimiento de misiones en la Nueva España y en los territorios del norte, está enriquecida por cartas, mapas e ilustraciones.
Se pueden leer de su puño y letra sus sentimientos hacia los indígenas y hacia las autoridades, y las dificultades a que se enfrentó con ambos a lo largo de su trayectoria misionera.
Un momento decisivo para Serra vino después de un enfrentamiento sangriento entre indígenas y españoles en 1776, que dejó a seis indígenas muertos.
Después de este encuentro, Serra reconoció el peligro que implicaba transitar por el territorio chumash.
Cuando una tormenta les dificulta el paso a los españoles, Serra teme la represalia de los indígenas, pero para su sorpresa, ellos acuden en su ayuda.
Según un carta de Serra, la gentileza de los indios sirvió para profundizar la compasión que sentía por ellos.
Para los autores, esta anécdota simboliza el tipo de relación que Serra esperaba forjar con los indios en sus misiones: establecer primero un vínculo humano, sobre el cual afincar la evangelización.
La revalorización de la figura de Serra según se expone en el libro no respalda ciegamente el proyecto de canonización, pero sí logra situar sus valores franciscanos dentro del contexto histórico del siglo XVIII.
Las circunstancias culturales, lingüísticas y sociales que los autores consideran en la narración de los hechos arrojan luz sobre acciones del fraile que resultarían controvertidas si se evaluaran únicamente desde la ética contemporánea.