De camarero a heredero de un terrateniente por un golpe de la Justicia. Un juzgado ha reconocido a un empleado de hotel de la Platja de Muro su condición de hijo biológico de un potentado sevillano tras un largo proceso lleno de trabas judiciales. Esteban Marchena es sincero en el por qué de este pleito: «Yo no quiero el apellido; lo que quiero es el dinero» y reflexiona: «Si nunca me han dado un trozo de pan para qué quiero yo su apellido», ha manifestado en declaraciones exclusivas a Ultima Hora.
La historia de Esteban comienza cuando su madre, con 17 años de edad, entró a servir para una familia de Utrera (Sevilla). Allí se topó con el padre biológico de Esteban que la dejó embarazada. Él tenía 34 años. Era 1960 y el embarazo a quien penalizó fue a la madre. Tuvo que dejar su trabajo y sus propios padres la echaron de casa. Con siete años, Esteban entró en un hospicio. Estuvo allí hasta que cumplió los quince. Su madre se había casado, tenía su propia familia y fue a ayudarles.
Hace cuarenta años dejó Andalucía y se afincó en Mallorca para ganarse la vida. Así hasta que hace unos años supo por sus hermanas de un documento que revelaba quién era su padre. «Yo sabía que era hijo de un terrateniente, pero no su identidad». Ahí inició la batalla legal para que se le reconociera como hijo legítimo de un hombre que murió en 2005. Ahora podrá acceder a una herencia valorada en dos millones de euros. Su madre no verá esos derechos reconocidos; falleció hace dos meses.