Balears es una de las comunidades autónomas con menor cobertura frente al virus del papiloma humano (VPH), con un 53 % frente al 70,8 % de la media española, y muy lejos del 94,8 % alcanzado por La Rioja. Sólo Andalucía, con un 45,5 % supera a las Islas en menor incidencia de vacunación.
Así se desprende de los últimos datos hechos públicos por el Ministerio de Sanidad en su informe anual del Sistema Nacional de Salud 2012 publicado hace unos días, en el que se recogen los datos del curso escolar 2011-2012 en el que en las Islas se vacunaron a 2.340 niñas de entre 11 y 14 años aunque la población a vacunar era de 4.415.
La implantación de la VPH provocó una gran controversia en 2008. Colectivos de mujeres, como la Associació de Dones per la Salut de les Illes Balears (ADIBS) mostraron públicamente su rechazo a una vacuna que no consideraban segura. Las críticas fueron apoyadas por muchos ginecólogos de las Islas, que no creían que fuera adecuada la implantación de esta nueva vacuna, ya que no estaba demostrado que fuera realmente efectiva contra el cáncer de cerviz.
Cáncer
La vacuna actúa contra cuatro tipos de VHP sexualmente transmitidos. Dos de ellos son responsables de la aparición de verrugas genitales y otros dos son responsables del 70 % de los cánceres de cuello de útero en el mundo.
Hay dos tipos de vacunas para prevenir los tipos de virus que causan la mayoría de los cánceres de útero. La vacuna bivalentes (Cervarix) y la vacuna cuatrivalente (Gardasil). La recomendación médica es administrar cualquiera de las dos vacunas a las niñas de 11 y 12 años de edad. Actualmente se está debatiendo la posibilidad de llevar a cabo una gran campaña colectiva para animar a la vacunación.
Críticas
Desde el Instituto de Política Familiar de Balears (IPFB) se muestran reticentes ante la posibilidad de que se haga una gran campaña de promoción sobre la vacuna del VHP. «Si su promoción no se lleva a cabo de manera cautelosa, puede fomentar en los jóvenes la falsa sensación de seguridad frente a infecciones de transmisión sexual y conducir a un aumento de conductas de riesgo», explica Agustí Buades.