El nuevo albergue del parque nacional de Cabrera se encuentra ya en plena ocupación y con reservas en aumento. De las doce habitaciones dobles, este fin de semana hay once ocupadas por 12 mallorquines y 10 alemanes, entre parejas, familias y amigos.
Un inicio de temporada que la responsable del albergue, Inma Gimeno, valora de forma muy positiva, con muy buenas expectativas de cara a la temporada alta. «Se trata de ofrecer una alternativa a los que no tienen barco para dormir aquí», indica. En una de las habitaciones, Jutta y Pia Antonia, madre e hija de nacionalidad alemana, aseguran «hemos pasado la noche muy bien. Ahora hacemos un viaje por mar como parte de un club de vela internacional. Unos se han quedado en el barco y otros nos hemos hospedado aquí. Es una isla muy bonita llena de paz».
Valoración
En la cantina, Francisco Serra y Mar Ferragut, una pareja de mallorquines, aprovecharon para comer los grandes bocatas de jamón que se sirven en el puerto. «Hemos venido al albergue para dormir esta noche. Estamos muy a gusto, nos han tratado muy bien y seguro que repetimos. Hoy hemos hecho un par de excursiones, al faro y al castillo, incluso hemos nadado en la playa», aseguran bajo el sombreado de cañizo del toldo que cubre la terraza.
Otra pareja, compuesta por el alemán Jacky y la búlgara Anelia, asegura apreciar «la tranquilidad total, con la gente muy amable que hemos encontrado en el albergue», que califican como 'muy cómodo y con habitaciones bien equipadas'.
Patxi Gordiola, biólogo del parque, destaca que en verano la excursión estrella será el snorkel. Los nuevos albergues esperan una clientela respetuosa con el medio ambiente en un lugar detenido en el tiempo. Aquí los huespedes, que pagan 60 euros en temporada alta y 50 en baja, con un máximo de una o dos noches, no pueden fumar, arrancar plantas ni conchas y deben llevarse la basura. Es el precio a pagar por gozar de este paraíso natural, cuyos ingresos contribuirán a mejorar las instalaciones.