Un año más, por Domingo de Pascua, la Familia Real, acompañada por la infanta Elena, acudió a misa de doce en la Seu de Mallorca.
A diferencia del año pasado, no salió a recibirles en la puerta de la fachada principal el Cabildo, presidido por el obispo Javier Salinas, sino que éste y los canónigos les dieron la bienvenida una vez que ocuparon la primera bancada del templo, frente al altar mayor.
También hay que decir que, a diferencia de hace un año, sí asistió el rey don Juan Carlos. Lucía muy buen aspecto, pero caminaba apoyándose en un bastón. Pero es que lo normal, y más después de haber sufrido diversas operaciones en tan poco tiempo, es que camine con bastón.
President y presidenta
A nada que puso el pie en el asfalto sonó el primer grito de ¡Viva el Rey!, respondido con algunos ¡Viva!, y que él correspondió con una sonrisa y levantando la mano en señal de saludo.
El presidente del Govern, José Ramón Bauzá, que diez minutos antes había llegado al templo, poco después de que lo hiciera la presidenta del Consell, María Salom, salió al encuentro de la Familia Real, dando la mano a todos y besos a las infantas Leonor y Sofía, sin darse cuenta –suponemos– de la cantidad de fotos que se ‘cargó', puesto que los fotógrafos intentaban conseguir la foto de la familia del Rey, pero sin él de por medio. «Es un hombre que tiene una gran habilidad a la hora de saberse colocar –nos decía un colega madrileño–, pues, cuando está en Madrid y hay fotógrafos, hace lo mismo».
Mucho más discreta fue María Salom, que dio un paso atrás, dejando el protagonismo a los inquilinos de Marivent.
De lo demás, nos llamaron la atención tres cosas. Una, ver lo ‘creciditas' que están las infantas Leonor y Sofía, siendo esta última, que es la pequeña, ya algo más alta que su hermana, quienes, pese a lo fresquita que estaba la mañana en aquel tiro de aire que forma la Seu con l'Almudaina, no llevaban ni calcetines ni medias. Dos, el aspecto de doña Elena. Por una vez, sin trunyera, y con el pelo suelto y ojos que expresaban una felicidad, en absoluto disimulada. ¿Estará enamorada?, nos preguntamos algunos. ¿Y por qué no? Así que vamos a darle tiempo al tiempo. Y tres. Doña Letizia, como siempre, muy elegante. Muy doña Letizia, marcando tendencia en domingo de Pascua por la mañana. Lo decimos por los pantalones que llevaba, estrechos, tipo pitillo, y por encima de los tobillos, pantalones Capri se le llama, más apropiados para salir de copas o ir de paseo, que para ir a misa. Porque su cuñada Elena, llevaban también pantalón largo, pero por debajo de los tobillos y no tan ajustados. Seguramente la Princesa, una vez más, sacrificó lo que marca el protocolo por querer marcar tendencia, su propia tendencia, personal e intransferible. Y no es crítica, ¡que Dios nos libre! Y más cuando cada uno va cómo le apetece, pero hay situaciones y situaciones.
Y en cuanto a como vestían... Pues la Reina lucía un traje de color Lavanda –lo más parecido a lila, pero no–. Doña Elena vestía de traje chaqueta, mientras que la princesa de Asturias, como hemos dicho, lucía pantalón pitillo con americana de color verde pálido. En cuanto a las Infantas, sus hijas: el vestido de Leonor era de color rosa con detalles florales, mientras que en el de Sofía predominaban las flores y colores variados. Y en lo que respecta a los varones, ambos iban de traje.
Al finalizar la misa, Joan Bauzà, deán de la Seu, acompañado de otros canónigos y salió a despedirlos a la entrada principal.
Don Juan Carlos, al salir, volvió a levantar la mano, y, dirigiéndose a los fotógrafos y periodistas, les saludó con un «Felices Pascuas». Se escucharon unos cuantos ¡Viva el Rey! y ¡Viva España! Se subieron en los coches y tomaron dirección a Marivent.
Pasado mañana, miércoles, está previsto que los Reyes presidan la entrega del Premio Cervantes a la escritora mexicana Elena Poniatowska.