La Fundació Natzaret ha puesto en marcha un programa de apadrinamiento de jóvenes que no han tenido una vida fácil. La iniciativa se presentó esta semana, el miércoles, y el viernes ya se habían cerrado dos apadrinamientos.
La Fundació Natzaret da acogida a niños y niñas procedentes de familias a las que se les ha retirado la custodia o la guarda. En estos momentos acoge 43 menores de entre 8 y 21 años.
El acto contó con la presencia del actor Jorge Sanz, que ayuda a la entidad, y el cocinero mallorquín Andreu Genestra, que es padrino de uno de los chicos. También se contó con el testimonio de dos de los protagonistas: Cristian Varela y Joana Miquela Adrover, que ya han superado la mayoría de edad.
La idea de este programa de apadrinamientos es ofrecer a los jóvenes que acoge Natzaret la oportunidad de contar con un referente adulto externo, sobre todo pensando en el momento en que al cumplir los 18 años salgan del sistema de protección de menores, tal y como establece la ley, y teniendo en cuenta que con frecuencia no es posible el retorno de esto jóvenes al hogar familiar.
El padrino o madrina podrá crear un vínculo con el chico o la chica, en la medida que estos quieran, y ayudarle en todo lo que desee, desde el punto de vista personal, con consejos, ejemplos, o laboral, dándole una oportunidad de empezar en algún trabajo, o de cualquier otra forma, explica María del Mar Ricord, coordinadora de la Casa del Jove, un programa por el que se ofrece un piso con seis plazas para jóvenes de 18 años que salen del centro de Natzaret, en el que pueden estar a los 21 años bajo una supervisión educativa y con tutores, para facilitarles la emancipación.
En principio, añade Ricord, el padrino no tiene obligación de realizar ningún pago en dinero, eso queda a voluntad del adulto, en función de la relación que se establezca.
Esta idea del apadrinamiento surgió de forma espontánea, recuerda, «cuando hace un tiempo vino una mujer al centro y conoció a uno de los chicos, a Cristian, que había entrado en la Fundació con 13 años, y decidió apadrinarle. Hoy, Cristian es el primer chico de la Fundació que estudia una carrera universitaria, Filología Inglesa, gracias a la ayuda de esta persona». Los apadrinamientos, reconoce Riccord, es mejor hacerlos cuando los chicos tienen 15 o 16 años para que en el momento de la mayoría de edad el vínculo con el padrino ya esté establecido.