La reciente muerte de un niño en Porreres como consecuencia de un incendio presuntamente causado por un cortocircuito vuelve a poner de actualidad el uso y mantenimiento correcto de los cableados y enchufes en las viviendas.
«En realidad, hay pocos accidentes para lo que podría pasar, porque hay numerosas instalaciones caseras obsoletas al cabo del tiempo y pueden ser bombas de relojería potenciales para causar tragedias», explica Jaume Fornés, presidente de la Asociación de Empresarios de Instalaciones Eléctricas de Mallorca (ASINEM).
Para Fornés, la situación actual de numerosas viviendas edificadas en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, «es deficiente hoy porque entonces apenas se trataba de dar servicio a bombillas y algún electrodoméstico de escasa potencia, con lo que cableados y enchufes eran suficientemente seguros, pero con el paso de los años la misma instalación nutre a un lavavajillas o al aire acondicionado por los mismos cauces, y eso es un peligro».
En principio, el interruptor de control de potencia (ICP) instalado en el cuadro eléctrico de una vivienda permite evitar accidentes, porque no solo detecta las sobrecargas de tensión y desconecta la electricidad, sino que también protege de accidentes a personas ocasionados por fugas a tierra en el caso de aparatos averiados.
«La cuestión –dice Jaume Fornés– es de sentido común, pues nadie debería convivir con cables que no tienen protección para potencias más altas ni convertir un enchufe en una base múltiple, a veces no homologada, que además está tras un mueble y no permite siquiera ver chispazos o notar que se está quemando».