Un largo y sentido aplauso del alrededor del centenar de asistentes rubricó anoche el homenaje que se le rindió en Can Alcover de Palma, organizado por el Ateneu Pere Mascaró, al anarquista Salvador Puig Antich con motivo del cuarenta aniversario de su ejecución, el 4 de marzo de 1974, en la cárcel Modelo de Barcelona mediante el garrote vil. Entre los participantes se encontraba Margalida Bover, la novia mallorquina del activista que puso el contrapunto de emoción al evocar aquel trágico día señalando que «lo pasé sola. Hay ocho horas de aquel día que le mataron que no logro recordar. Pero debo decir que él murió solo, no hubo manifestaciones de apoyo para detener la ejecución de Salvador Puig Antich. Nadie se movilizó».
Bover recordó que «Salvador era un idealista con ganas de cambiar el mundo. Luchaba por lo que creía» precisando que «los atracos en los que participaba eran para financiar las huelgas contra el régimen y la edición de pasquines», cuestión sobre la que coincidieron el resto de participantes para desmentir que el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), en el que militaba Puig Antich, tuviese un afán violento.
Los maquis
En esta línea, la historiadora Dolors Marín señaló que «los atracos tenían un punto de comicidad, como cuando enviaron una caja de cava al delegado de una sucursal que habían atracado». Marín destacó que el MIL «heredó el espíritu de los maquis», razón por la que el franquismo fue especialmente cruel en su represión que culminó con la ejecución de Salvador Puig Antich.
Miquel Rosselló, preso político entre 1970 y 1973, enfatizó que a Puig Antich «se le juzgó bajo la legalidad franquista y su condena la ratificó Franco un año y 9 meses antes de morir. Esto demuestra que el franquismo fue una dictadura hasta el último día».
Rosselló también quiso señalar que la ejecución «fue la primera acción del llamado 'Espíritu del 12 de Febrero' -que se quiso interpretar como un signo aperturista de régimen- que proclamó Arias Navarro, el sustituto de Carrero Blanco».
Biel Mayoral, por su parte, coincidió en apuntar que «él representaba la continuidad del maquis» y recitó diversos poemas inspirados en la ejecución del joven anarquista. Al finalizar el acto, se abrió un breve coloquio con los asistentes que moderó la periodista Marisa Goñi.