Ayer, la Rua se enfrentaba a dos grandes enemigos que podían restarle público, la celebración del Dia de les Illes Balears y el Atlético de Madrid-Real Madrid, que daba comienzo a la misma hora. Pero no. No se notó ni lo uno ni lo otro, pues la Rua puede que tuvieran más gente que otros años, tanto espectadores como participantes. También contó con los elementos fundamentales para que un Carnaval sea un éxito: música, color y creatividad.
Tuvo música porque casi todas las comparsas y carrozas iban acompañadas por una potente megafonía, ya bien en directo, que fueron las menos, ya bien enlatada pero apropiada para la fiesta. Y sobre todo, hubo mucha batucada. Color, por el colorido de todos los disfraces; incluso por los vestidos de los grupos sudamericanos que participaron –especialmente bolivianos y peruanos– que se mostraron muy disciplinados, como si fuera el último baile de su vida. Algunos integrantes de estos colectivos nos confesaron que no son vestimentas folclóricas propias de un Festival Mundial de Música y Danzas, «pues es lo que lucimos en Carnaval».
Y si es creatividad, pues también, ya que puede que más del 90 % de los vestidos fueron hechos de modo artesanal, o si no, encargados sobre un patrón o idea creada por el grupo.
De los grupos de fuera –aunque la mayoría de sus componentes son residentes en la Isla desde hace años o nacidos en ella–, los dominicanos, brasileños y uruguayos marcaron la diferencia en el aspecto del vestuario porque lo suyo fue verdaderamente auténtico y artesanal. También por cómo se movían, la marcha que llevaban y lo bien que iban coordinados. Y es que cuando se lleva en la sangre, de alguna manera se manifiesta.
Pero es una lástima que con todos estos ingredientes, Cort no decida conversar seriamente con la Junta de Obras del Puerto para trasladar la Rua al Paseo Marítimo, más amplio y mirando hacia el mar. Porque por donde discurrió ayer, sobre todo cuando lo hizo por uno de los viales de la Rambla hasta doblar la curva del Principal, se las vio y deseó para avanzar. Otra cosa es que, a veces, entre carroza y carroza, uno se podía echar una siesta esperando a que llegara la siguiente. Eso, la descoordinación, que parece que es un mal endémico de nuestra Rua, en recorridos como el apuntado, se acrecienta.
Reivindicaciones
Llamó la atención que con la que está cayendo sólo hubiera dos reinvindicaciones, la de la Coca-Cola –en la Rua, Coca-Loca–, y la de Crida, esta escoltada por cuatro policías nacionales ante la posibilidad de recibir alguna agresión. Parece ser que el sábado corrió ese rumor, pero no se hizo realidad. Pues salvo que dos mujeres les increparon llamándolos vagos, no sucedió nada más.
Bueno, sí, que los de Crida, que desfilaron en penúltimo lugar, que es cuando el desfile puede decaer, con su coreografía le imprimieron ritmo porque de gritos subversivos hacia el Govern u otra institución, nada de nada. Cantaban lo que creían que es un derecho, pero con corrección. Iban de verde, desde Robin Hood a Shrek y con escudos ‘antiCamps'. Igual que los de la Coca-Loca. Reivindicaron ‘no bebas pero sin exabruptos'.