En 2008 se inició en las carreteras de Mallorca una primera fase de instalación de radares fijos en carreteras desdobladas de Mallorca. En marzo de 2012 se puso en marcha una segunda fase, mucho más agresiva y que abarcaba una zona mucho más amplia al extenderse a vías secundarias, donde se producen la mayoría de los accidentes mortales ya que el exceso de velocidad y las distracciones son las principales causas de muerte (el año pasado, sin ir más lejos, se produjeron 34 víctimas mortales en las vías de carácter secundario), de ahí la importancia de que se respeten los límites de velocidad en dichas carreteras.
Pero además de estos radares fijos, la DGT dispone de un buen número de radares móviles que son temidos por los conductores ya que nada avisa de su presencia y suelen estar en zonas poco habituales, de ahí que cojan a los conductores descuidados y muchos terminen multados. La mayoría de estos equipos van instalados en coches.
Desde Tráfico se insiste en que este tipo de radares no tiene como fin la recaudación sino una forma de evitar accidentes innecesarios por exceso de velocidad o por distracciones.
Préstamo
Muchos de estos radares móviles que tiene la Dirección General de Tráfico de Balears los presta a las policías locales de casi todos los municipios de la Isla para que puedan realizar sus controles dentro de sus respectivos núcleos urbanos o áreas de actuación ya que es una forma de evitar que se circule a demasiada velocidad por las zonas urbanas de los pueblos, al no poder ser la presencia policial tan grande como en ciudades, por ejemplo, como Palma. El hecho de que la DGT preste los radares a los municipios es una cuestión puramente económica ya que estos últimos no tienen presupuesto para comprar dichos dispositivos.
Para poder utilizar estos radares móviles, las distintas policías locales realizan cursos de formación en la Escola Balear d'Administració Plública (EBAP). La DGT los presta con relativa frecuencia ya que además de ayudar a regular la velocidad en los distintos municipios de la Isla sirven de complemento a los que hay fijos y que se encuentran debidamente señalizados. La función de estos radares móviles es la misma que en el caso de los fijos: evitar que los conductores circulen a más velocidad de la permitida en los distintos tramos de las vías. Son además una herramienta muy útil para la Administración ya que se pueden utilizar en cualquier momento y a cualquier hora dependiendo de las circunstancias, mientras que son muy odiados por los conductores ya que al no poder advertir su presencia, aumenta la posibilidad de ser multado si se excede la velocidad, algo más frecuente de lo que parece.
Dentro de poco llegará la nueva generación de radares de tramo que ya se utilizan en algunos puntos de la Península y que sin duda son el futuro más próximo.