El Consell de Mallorca calcula que la empresa que gestiona la planta incineradora acumulada un déficit de tarifa de 42.716.567 euros debido a que las tasas de incineración de residuos están congeladas desde el año 2010. La empresa no coincide con esta cifra, pero se aproxima a ella: según Tirme, el déficit suma 44.799.417 euros.
El Consell ha aprobado una nueva congelación de tarifa para el año que viene, que ya se incorpora en las previsiones de pérdidas de Tirme.
Hasta la fecha, ese déficit de tarifa lo ha asumido la empresa, pero tanto el Consell como la concesionaria reconocen que la situación se está complicando cada vez más y, en futuro, puede darse la misma situación que se está dando con la tarifa eléctrica: que en unos años comience a subir de manera vertiginosa e imparable para compensar de algún modo ese déficit tarifario.
Las infraestructuras
A esta situación se ha llegado porque el Consell no ha repercutido en las tarifas las inversiones que realizó la empresa como consecuencia de la modificación del plan director. La institución insular prepara ahora una nueva modificación del plan que va exactamente en sentido inverso al actual: prevé el cierre definitivo de la primera planta incineradora, que comenzó a funcionar en 1996 y además deja a Tirme sin el monopolio. Si se cumplen las previsiones, solo quedaría en funcionamiento la nueva planta, que tiene capacidad para quemar 400.000 toneladas.
Reducción de basura
En estos momentos, la incineradora quema algo más de 500.00 toneladas al año, pero el Consell estima que, de aquí al año 2020, la producción de residuos que se incinerará se reducirá un 10 por ciento incluso en la hipótesis de que aumente la actividad económica.
Esta reducción de residuos incinerados pasa por el aumento en la producción de residuos orgánicos, que no llegan a la incineradora. El Consell calcula que dentro de siete años, se recogerá el 55 por ciento de los residuos orgánicos que produce Mallorca cuando ahora solo se recoge un 10 por ciento.
Para llegar a esta cifra, será imprescindible que Palma instale un nuevo contenedor: el de color marrón. Sin la entrada de Palma en el sistema, las previsiones están condenadas al fracaso. Para que el modelo funcione, los ciudadanos tendrán que añadir otro cubo de basura a los cuatro que ya existe. Habrá uno diferentes para papel, cristal, envases, materia orgánica y un quinto para el rechazo, que será lo que finalmente se incinere.