Un juez austríaco ha absuelto al diplomático mallorquín Josep Pons (Palma, 1948) de una demanda de acoso sexual interpuesta por una trabajadora cuando estaba al frente de la Embajada de España en Austria. «Dije desde el principio que era inocente de una demanda de acoso», afirma Pons, consul general en Pekín y que en estos días descansa en Palma.
—¿Cómo se siente tras su vía crucis judicial?
—Aliviado, contento y satisfecho de que se haya hecho justicia, que la justicia haya hecho su camino, que fue lo que siempre confié y dije desde el primer día. Es una absolución. Nunca estuve acusado de un delito o nada parecido, simplemente, se ha rechazado una demanda.
—La versión de la denunciante fue ampliamente difundida.
—Le creyeron ciertos medios de comunicación y le creyeron quienes quisieron creerle. Desde el principio, en una rueda de prensa en Palma, dije que era absolutamente inocente y que el tiempo me daría la razón. Era un titular muy morboso y goloso. ‘El presidente del Mallorca acusado', pero afortunadamente, lo que se dice de una persona no siempre es verdad.
—¿Y usted cómo se sentía?
—Yo estaba muy tranquilo en el fondo de mi conciencia. La cosa era muy complicada. Había un sindicalista, Antón Obieta, que estaba moviendo muchos hilos para hacer creer a todo el mundo de que yo era un villano. Ese sindicalista ha sido condenado por la Audiencia por dañar mi honor.
—¿Cómo cambió su vida ese incidente en Viena?
—Tuve que dejar la presidencia del Mallorca. Permanecí un año y medio sin tener un destino en el Ministerio y siempre que asomaba la nariz se me recordaba que tenía un caso, y era, por decirlo así, un sospechoso. Ya se sabe que las administraciones suelen ser bastante implacables, no son generosas, por lo tanto lo he sufrido muchísimo.
—Hablando del Mallorca. Jugará en Segunda después de 16 años.
—Tengo una pena enorme. Nos habíamos acostumbrado a estar en Primera y es una lástima. Hay que hacer una reflexión a fondo: Un club no es viable con la mitad de su consejo de administración enfrentado. Ninguna empresa ni sociedad puede funcionar cuando un 51 % por ciento del consejo está enfrentado al otro 49 %.