El Consejo de Administración de Patrimonio Nacional ha aprobado hoy la desafectación del yate «Fortuna», a cuyo uso ha renunciado el Rey, tras lo que el Consejo de Ministros habrá de decidir el destino de esta embarcación, que a partir de ahora pasa a formar parte del patrimonio del Estado.
Fuentes de Patrimonio Nacional han informado a Efe de que el inicio del proceso para desafectar el «Fortuna» ha sido autorizado por unanimidad en una reunión celebrada esta tarde, con lo que se materializa la decisión de don Juan Carlos de renunciar al uso del yate, donado en el 2000 por un grupo de empresarios de Baleares, en colaboración con el Gobierno regional.
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha sido la única integrante del Consejo de Administración ausente en el encuentro, presidido por el presidente de la entidad, José Rodríguez-Spiteri, y tras el cual el acuerdo se comunicará mañana al Ministerio de la Presidencia.
Una vez desvinculado de Patrimonio Nacional, el Gobierno deberá decidir el destino de la embarcación por acuerdo del Consejo de Ministros.
Para ello, se estudiarán los distintos usos que pueda tener el yate, «en las mejores condiciones» y buscando el que sea «mejor, más eficiente y más rentable», según explicó el pasado viernes la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría.
El «Fortuna», un yate de alta velocidad y 41 metros de eslora, fue donado para uso de la Familia Real por la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares, presidida por Carmen Matutes, que contaba entre su treintena de patronos con los máximos responsables de Sol Meliá, Barceló, Globalia, la Caixa y la Caja de Ahorros de Baleares «Sa Nostra».
La embarcación costó en su día unos 3.000 millones de pesetas -equivalentes a 18 millones de euros- y fue encargada en 1997 a los astilleros Bazán en San Fernando (Cádiz) para sustituir al anterior «Fortuna», donado en 1979 por el rey saudí Fahd, que a su vez reemplazaba a otra embarcación con el mismo nombre que don Juan Carlos utilizaba en aguas de Baleares desde agosto de 1976.
El nuevo yate rápido se hizo enseguida habitual en los veraneos mallorquines del Rey y de la Familia Real, con base en la estación naval de Porto Pi, pero en los últimos tres años los movimientos del «Fortuna» se fueron restringiendo progresivamente, entre otras razones por el alto coste que supone llenar sus depósitos, unos 26.000 euros.
La última vez que el Rey se hizo a la mar en el «Fortuna» fue el 13 de agosto del año pasado, cuando, acompañado tan sólo por la tripulación, el yate fondeó en el norte de la isla, cerca del cabo Formentor, y por la tarde regresó a puerto.
Dos años antes, estuvo a punto de pasear en el «Fortuna» por aguas de Baleares la primera dama de EEUU, Michelle Obama, y su hija menor, Sasha, invitadas por don Juan Carlos y doña Sofía a un almuerzo en el Palacio de Marivent.