El obispo de Mallorca, Javier Salinas, ha asegurado que hace suya la decisión del Tribunal Eclesiástico de la Isla de expulsar al párroco de Can Picafort, Pere Barceló Rigo, tras declararle culpable de abusos sexuales a menores. Barceló ha anunciado –según detalló ayer la página de sacerdotes secularizados– que recurrirá el fallo ante el Tribunal Supremo de la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma.
Así, Salinas reconoció ayer en su blog que ha vivido con «mucho dolor» la expulsión del párroco, y aseguró que para él, es «muy dura» la sentencia del citado Tribunal, «pensando en la persona del sacerdote implicado, pero sobre todo, en las víctimas, que a veces son las más olvidadas».
«Como obispo no me siento al margen de esta cuestión, no me lavo las manos», aseveró al tiempo que indicó que el Tribunal actúa en nombre suyo.
Pese a que confirmó que es verdad que tiene una relación «particular» con el párroco expulsado, subrayó que Pere Barceló es parte del presbiterio diocesano, «un hijo de la familia que ha tenido una actuación que no es correcta».
En esta línea, señaló que, como siempre se ha entendido en la Iglesia, «se debe decir no al pecado, pero sí a la persona y ésta es una cuestión muy importante en nuestra cultura cristiana».
«Nosotros creemos en el amor y la misericordia, pero sabemos que nuestros actos tienen repercusión en los otros, porque generan dolor, muerte, injusticia y agravios y ante esto nosotros sabemos que Dios siempre nos ofrece el perdón, pero precisamente porque nos sentimos perdonados, hemos de asumir también la responsabilidad y las consecuencias de nuestros actos», sostuvo.
Sentencia pionera
En este caso, Salinas recordó que se trata de una sentencia pionera, que aún falta que sea confirmada por parte de Roma. No obstante, apuntó que en todo caso, la sentencia pone de relieve que ha habido un «mal» hecho a unas personas, y que el implicado «no es una persona idónea para continuar siendo sacerdote».
Por otra parte, el obispo de Mallorca recalcó que la expulsión supone un «correctivo» para la persona, porque se le excluye de un estado y servicio que él había querido.
Salinas reconoció al Tribunal Eclesiástico que ha actuado de una forma «independiente» y que ha velado por «garantizar los derechos de las personas implicadas», ya que «no lo ha hecho de una manera superficial o llevado por ningún prejuicio, sino por querer hacer justicia».
Finalmente, Salinas admitió que se trata de un momento «doloroso» para la Iglesia, pero también «clarificador», porque «no podemos provocar de ninguna forma la sospecha de que no actuamos correctamente.