Hasta que en febrero pasado la ONG Humana instaló en los párkings de Son Espases sus primeros contenedores especializados, Palma no contaba con buzones donde depositar ropa y calzado usados. Once meses después ese censo de Ciutat cuenta con 90 de Emaya, 30 de los precursores y 5 de Càritas. El reciclaje de los textiles es aquí un despliegue vertiginoso porque se apunta que habrá decenas más de «roperos» antes de fin de año.
El despliegue, no obstante ha sido desigual. Ante los requerimientos de ONG y empresas a Cort para habilitar suelo público donde instalar sus contenedores, Emaya desplegó hace cuatro meses 90 que tenía comprados con financiación UE al 80 %, y los instaló junto a baterías de los que usa para orgánica, papel y envases.
Financiación
Sin embargo la empresa municipal, que carece de instalaciones y logística para gestionar el reciclaje y anunció el objetivo de venderla a otra entidad como medio de recaudación, aún no ha formalizado contratos a ese respecto.
La presidencia política de Emaya señaló a Ultima Hora tras instalar sus contenedores que había intención de vender su contenido para obtener de ello «recursos adicionales con los que poder acometer en adelante mejoras en sus servicios o bien desarrollar nuevos proyectos orientados al ciudadano».
Mientras tanto Humana, que es una ONG dedicada exclusivamente a la obtención, clasificación y venta de ropa usada para financiar sus proyectos solidarios, ha desplegado ya en terrenos particulares de Palma una treintena de sus contenedores verdes.
En las últimas semanas, Cáritas se ha sumado también con unos recipientes metálicos especiales para textil y calzado, y de momento en colegios de confesión religiosa, a la oferta de «roperos», una denominación ahora nuevamente popular para nombrarlos y que fue suya hace décadas cuando la ciudadanía llevaba la ropa usada a las parroquias.
Fuentes municipales no descartan que en los próximos meses las ONG puedan llevar sus contenedores también al suelo público de Ciutat.