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Pescara, una ciudad que podría «exportar» sus residuos para quemarlos en Mallorca

El tratamiento al que obliga la Unión Europea genera un producto que no contiene residuos orgánicos y es inodoro

Rafael Guinea y Rodolfo di Zio.

Pescara, una ciudad del Abruzzo frente al mar Adriático, se perfila como una de las firmes candidatas para exportar sus residuos a Mallorca e incinerarlos en la planta de Tirme en Son Reus. En total serán alrededor de 45.000 toneladas las que, si al final se autoriza la operación, llegarán a la Islas de las, en principio 100.000 toneladas que los hornos deberían quemar para poder reducir los costes y evitar, éste es el principal objetivo de este proyecto, un incremento de las tarifas a las que deberían hacer frente los ciudadanos; tal y como pretende el Consell.

El problema, de manera esquemática, es que la planta de Son Reus está diseñada -y calculada su rentabilidad para la explotación- en 780.000 toneladas anuales mientras que en la actualidad sólo se queman 547.000 toneladas. La diferencia, alrededor de 200.000 toneladas de residuos es lo que Tirme quiere negociar con distintos proveedores europeos, entre ellos la firma Deco de Pescara. En principio, para 2013 se ha calculado que sólo entrarían alrededor de 100.000 toneladas a partir del mes de mayo si es que todo este proceso cuanta con la luz verde de la Administración autonómica antes del que concluya el mes de diciembre.

La de Pescara es una de las opciones que está barajando Tirme como una de las plantas proveedoras de Combustible Sólido Recuperado (CSR), un modo de denominar los residuos que previamente han sido tratados para que la Unión Europea autorice su utilización como combustible en las incineradoras urbanas.

No hay materia orgánica

Uno de los aspectos en los que hace incidencia Rafael Guinea, director de Producción y Proyectos de Tirme, es que «el CSR no es, en ningún caso basura. La UE no autoriza, bajo ningún concepto, a la exportación de productos orgánicos, obliga a una separación y tratamiento previo», una cuestión en la que pone especial énfasis para aproximar el debate a la realidad.

El llamado Combustible Sólido Recuperado es, tal y como se refleja en la planta de Pescara, los restos -triturados- de papel, plástico, ropa y madera que hay en las bolsas de basura. Todo ello compactado y empaquetado. Con un poder calórico a la hulla el CSR es utilizado de manera habitual en centrales de incineración de Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia y Noruega, países que lo reciben de Italia, Gran Bretaña, Irlanda y Francia.

El proceso de separación de la materia orgánica -que en Italia se destina a vertederos- y el secado garantiza que no hay al final de todo el tratamiento no hay ni olores ni lixiviados, cuestiones que más prevenciones provoca en determinados sectores que ven con prevención esta 'importación' de combustible con destino a los hornos de Son Reus.

Impacto económico

El trasiego de residuos en Europa genera un negocio de 760 millones de euros anuales. En el caso de Tirme las cifras serían más modestas, evidentemente, pero tampoco despreciables.

Un cálculo inicial prevé que el pago que Pescara, en el caso de Deco, hiciese por tonelada sería de unos 55 euros, un coste muy similar al que tendrá su traslado por vía marítma a Mallorca y su depósito en Son Reus. Los costes de su depuración en Mallorca -tratamientos de los humos, cenizas y escorias- sería de 20 euros por tonelada, mientras que su transformación en energía eléctrica representaría unos ingresos de 60 euros por toneladas. Al final el beneficio neto de la llegada de los residuos de Mallorca sería de unos 40 euros por toneladas, ingresos que Tirme no debería repercutir al Consell sobre la tarifa de la recogida de basuras, unos 8 millones de euros.

Tirme calcula que las empresas de las Islas podrán ingresar 14 millones de euros -logística y transporte como factores más importantes- y que se generarán 350 puestos de trabajo.

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