Uno de los productos básicos de la cesta de la compra de las familias, el pan, se está viendo afectado por la crisis económica y la progresiva pérdida de poder adquisitivo de los residentes de la capital balear. La Asociación panaderos y pasteleros de PIMEM, que preside Miquel Torrens, cifra ya en una caída del 30% el descenso de las ventas de barras de pan en Palma.
«Las ventas del pan para consumo diario han bajado de forma progresiva en el último año, situándose ya en el 30%. A parte de la crisis, hay otro factor que está incidiendo de forma muy negativa, como es la guerra de precios que impera en nuestro sector provocada por supermercados y panificadoras, que afectan directamente a la tradicional empresa familiar», puntualiza Torrens.
Tradición
El obrador, según el presidente de los forners i pastissers, «es el que mejor subsiste, porque producen productos tradicionales y de excelencia, que tienen mucha demanda. El modelo que impera es el horno de toda la vida, que se ve afectado por los vaivenes de las ventas. A este le sigue el horno que intenta competir con las grandes superficies, que es el más perjudicado por la guerra de precios, y culmina con el horno-pastelería, que al final ha tenido que implementar su oferta, ofreciendo otros servicios, como el de cafetería, con el fin de poder subsistir».
La fuerte competencia de las grandes superficies y la propia crisis, según la PIMEM, ha provocado el cierre de 15 panaderías en Palma en el último año.
Torrens puntualiza que el oficio de panadero «ha tenido que amoldarse a la demanda. Se apuesta por los hornos exclusivos que apuestan por los productos tradicionales, pero en ocasiones esto no basta, porque salvo fechas puntuales, la producción de venta diaria marca la trayectoria de la empresa. Como ejemplo baste decir, que una panadería que intente vivir de la venta del pan diario, es casi inviable, de ahí que opte por la diversificación de productos y de apostar, si hay presupuesto, por poner cafetería y servicios obligatorios, caso del baño».
Estadísticamente, la PIMEM tiene cuantificado que las ventas llegan a disminuir un 60% si la panadería no cuenta con servicio de cafetería.
El comportamiento de la demanda también ha variado, porque se está pasando de la compra diaria de la barra de pan a menos veces por semana.