Un año de recortes y de políticas que afectan directamente al bolsillo y que parecen dirigidos a desmantelar el Estado del bienestar ha servido para que el movimiento de los ‘indignados' haya ganado adeptos. La manifestación de Palma fue un ejemplo.
La bandera de Islandia, el país que dijo ‘no' a las recetas del fondo monetario y optó por juzgar a los políticos y banqueros que llevaron a su país al crack, volvió a ondear en la Plaça d'Espanya y se preparaba para acompañar a Jaume I durante toda la noche. Miles de personas (en torno a dos mil, según los cálculos menos arriesgados y más de tres mil largos según los más entusiastas) marcharon entre Es Born y la Placa d'Espanya en un ambiente festivo y reivindicativo. No era un día para los políticos y los pocos que fueron se confundieron discretamente entre la multitud. El lema ‘Que no nos representan, que no', se unió a una pancartas individuales, elaboradas de forma artesanal pero con lemas que eran dardos. Por ejemplo: «Entre tanto capullo y tanta gaviota, se creen que somos idiotas».
«Seguimos en pie» podía leerse en uno de los carteles. Y esa era la idea central que quisieron dejar claro al final durante las intervenciones bajo la estatua de Jaume I ‘de Islandia'.
«No pararemos hasta conseguir nuestros objetivos, saldremos a la calle una y otra vez, queremos que el mundo cambie», arengó Jorge.
El público era totalmente heterogéneo. Hubo quienes recuperaron los objetivos de la época hippie, el «paz, amor y libertad» y también los gritos clásicos de las manifestaciones de la izquierda. Aquello de «el pueblo unido, jamás será vencido.
Voz de ZP y Rajoy
Las voces de Zapatero y Rajoy (también la de Bauzá) también se pudieron oír durante el recorrido, que se prolongo durante dos horas. No es que estuvieran allí, obviamente. Es que dos participantes, chico y chica, tuvieron el acierto de reproducir durante toda la manifestación discursos de los tres. De Zapatero diciendo que no había crisis y que España estaba en la Champions de la economía; de Rajoy, cuando prometía que no haría «los recortes sociales» de Zapatero. Y de Bauzá y su ‘histórico' «Haremos lo que tenemos que hacer, etc, etc».
Los manifestantes fueron más, y estuvieron mejor organizados, que en la primeras concentraciones de hace un año. De hecho, a los colores de hace un año, se añadió ayer el color blanco del mundo sanitario. Decenas y decenas de personas acudieron con su bata blanca. Formaban parte del personal de los hospitales que quiere cerrar el Govern.
Igual que pasó con los políticos, pasó con los sindicalistas. Ayer no era el día para sus banderas.
La manifestación se desarrolló de forma totalmente pacífica. Llegó la noche y una cincuentena se quedó en la plaza. La policía les pidió que no sacaran tiendas o las retirarían.