Diecisiete familias de Mallorca han presentado denuncias ante la Policía por el presunto robo de diecisiete bebés entre los años 1961 y 1980 en hospitales de la isla, y se han manifestado hoy en los juzgados de Palma para que no prescriban estos supuestos delitos y se investiguen hasta «saber la verdad».
El grupo de manifestantes, casi todas mujeres, portaban una pancarta con el lema «Todos los niños robados son también mis niños» y llevaban globos amarillos en los que figuraba el año del nacimiento de los bebés.
Según han explicado varias madres, un denominador común es que a las pocas horas de nacer o unos días después se les comunicaba que el niño o la niña habían muerto, pero ningún familiar vio el cadáver de los bebés porque creyeron en la palabra del personal sanitario y por la situación emocional del momento.
La impulsora de esta plataforma es Paloma Alcahuz, que junto a su madre, Floriana Sánchez, busca a su hermana gemela nacida el 16 de agosto de 1975 en un centro sanitario que no han querido identificar al estar siendo investigado.
La pequeña murió oficialmente al día siguiente de nacer, la familia accedió a que se le practicara la autopsia y cuando el padre pidió ver a su hija, «lo único que le enseñaron fue un paquetito envuelto que supuestamente» era la gemela fallecida, ha relatado Paloma.
Aunque el padre inscribió su nacimiento en el registro civil, en el hospital no consta, aunque sí están registrados tanto el de Paloma como el de otros dos hermanos.
En el caso de Olivia Moreno, su bebé, de 4,5 kilogramos de peso, murió a las pocas horas de nacer en 1971, según le contó el personal del hospital de Son Dureta, que le dijeron a la familia que ellos se encargarían de todo el papeleo y de las gestiones con el seguro y el cementerio.
Tras visitar durante cuatro años el nicho donde les aseguraron que estaba la niña, decidieron trasladarlo al familiar, pero al abrir la cajita solo encontraron algodón, ha relatado el padre, Matías, que asegura que en su día no le dejaron ver el cadáver.
En la compañía de seguros les explicaron que no sabían que había muerto y que el centro sanitario no les comunicó la defunción, mientras que en los archivos de Son Dureta no está registrado que el bebé naciera allí, ha comentado el padre. «En una palabra: fuimos unos inocentes y se aprovecharon de nosotros», ha lamentado.
Bárbara Campins busca a una hermana que nació en una clínica privada el 21 de noviembre de 1967 y es un caso «como todos: al nacer dijeron que había nacido muy mal, estuvo tres días en una incubadora y murió, pero a mi padre no le dejaron ver el cadáver».
«Yo tenía once años y mis padres se lo creyeron porque ¿quién duda de los médicos, de una monja o de un cura?», ha señalado Bárbara.
Otra de las manifestantes ha sido Pilar Sánchez, que tuvo dos gemelas en Son Dureta en 1970 que tuvieron que ser depositadas en un incubadora, aunque una de ella murió a los seis días, por lo que la madre «cogió» a su otra hija y «se la llevó a casa».
«A mi marido y a mis hermanas les enseñaron un paquetito junto a una cajita blanca y nada más, pero no pensaron mal», ha explicado Pilar.
Estas denuncias corresponden a nacimientos en Mallorca, aunque María Victoria Martínez trata de saber qué pasó con su hermano Pablo, que vio la luz en diciembre de 1961 en casa en un pueblo de Granada, si bien el bebé fue internado al día siguiente en el hospital público de San Cecilio, de la capital granadina, para operarle de una hernia.
A los doce días les informaron a la familia de que había muerto y años después ni en el hospital ni en cementerio hay dato alguno sobre este nacimiento y defunción, según ha dicho María Victoria.
Estas familias se han ido sumando a este colectivo una vez que han visto por los medios de comunicación otros casos similares en España que están saliendo a la luz pública.
«Solo queremos justicia, saber que pasó y que estos casos no prescriban», ha reivindicado Paloma Alcahuz.