Si no hay fotografía y únicamente se reclama el nombre de pila de la persona, la mayoría de los encuestados se avienen a dar su opinión sobre la huelga general de hoy. De lo contrario se declina la invitación. Pero de una forma u otra queda claro que hay una completa división de opiniones sobre la iniciativa de los sindicatos contra la reforma laboral del Gobierno. Ésta no es una huelga para todos.
En las calles de Palma la consulta a los ciudadanos divide por mitades a quienes se muestran convencidos de que la huelga general del 29 de marzo de 2012 es necesaria para que el Gobierno español tome nota de lo que piensan los asalariados respecto a la reforma del mercado del trabajo y los que opinan que es un momento inoportuno en plena crisis para una parálisis del tejido productivo.
Repercusión
En todo caso, buena parte de los encuestados se han preocupado de hacer sus cuentas sobre lo que supondría no acudir al puesto de trabajo, y en ese sentido, sin imagen que registre su opción personal sobre la huelga, tienen claro que no faltarán a su empleo.
Entre el salario y la cotización empresarial, el trabajador medio, que percibe una retribución anual de 22.500 euros pierde 113 si secunda la huelga. En suma, desde el punto de vista de la economía familiar, el trabajador que acude a la huelga no lo hace de forma frívola, sino asumiendo un coste propio notable. Y esa parece la clave.