«El señor Matas es un gran gestor, pero no de fondos públicos sino de su propia imagen». El fiscal Pedro Horrach empezó su informe ante la Audiencia con un duro ataque contra el principal acusado. Lo terminó con ironía ante la defensa planteada por el ex president y su discursista, Antonio Alemany: «Se cayeron en una lancha que pasaba por ahí», en alusión a la excusa del capitán del Costa Concordia para huir del crucero hundido. Entre medias, Horrach desglosó en cerca de dos horas hasta 24 diferentes pruebas que vinculan a Jaume Matas con la contratación de Alemany. De hecho, enumeró 23 motivos antes de entrar en las dos pruebas más contundentes, las declaraciones del director general Joan Martorell y del administrador de Nimbus Miquel Romero. Entre ellas, el control jerárquico de Matas a sus subordinados: «Si no fue Matas, o bien Umbert incumpliendo órdenes se dedicó a delinquir o bien fue Martorell quien montó esta opereta», aseguró. Además insistió en que los dos únicos beneficiados de la trama fueron el entonces president y Alemany.
Sobre las declaraciones de los dos imputados, el fiscal defendió que su credibilidad está avalada por datos como el documento encontrado en Nimbus en el que Romero habla de un favor al Govern. Si fue duro con Matas no lo fue menos con Alemany: «Es un periodista rabiosamente independiente como él dice, pero no del dinero del poder». También recordó que algunos de los trabajos que cobró del Govern «solo existen en su imaginación» y concluyó: «su ánimo de lucro es tan evidente que podría calificarse de codicia o avaricia».