Cada verano muchos padres y madres se enfrentan al dilema de qué hacer para que los niños no olviden lo aprendido durante el curso o, si han suspendido alguna materia, para que estudien, tengan o no exámenes de septiembre. Los expertos suelen coincidir en que la peor de las estrategias es la imposición, el castigo (anular las vacaciones, por ejemplo) o estar todo el día encima del escolar, e insisten en que durante los largos meses de verano hay tiempo para todo, para las vacaciones familiares, jugar y divertirse y también para trabajar un poco.
Los consejos varían en función de la edad del niño, pero para todos ellos, Francisca Muñoz, psicóloga especialista en técnicas de estudio y en psicoterapia con adolescentes, aconseja por encima de todo «un rato de lectura cada día». «Leer puede ser, incluso, más importante que repasar o hacer cuadernos de ejercicios, porque la lectura es una herramienta esencial para el estudio», asegura.
Constancia
«Con un rato cada día es suficiente», añade. En el caso de los más pequeños basta con «media hora o una página, pero de forma constante, porque así nos aseguramos de que el menor no pierda el hábito de la lectura y que, a la vez, se lo pase bien».
Cuando el niño es muy pequeño, entre 6 y 8 años, resulta muy eficaz leer cuentos con él, «es decir, el padre o la madre puede leer una línea o un párrafo y el niño el siguiente, de esta forma se le está introduciendo en el hábito de la lectura, pero el menor lo percibe como si se le estuviera contando un cuento y le irá cogiendo el gusto a leer».
Si el menor no muestra ningún interés por leer, explica esta experta, «lo primero que hay que hacer es averiguar por qué no le gusta leer y luego actuar en consecuencia». Puede ser, por ejemplo, que el niño no lea «porque tiene un problema ocular no detectado y por eso no le resulta cómodo, o puede ocurrir que no tenga una buena técnica de lectura y, por tanto, no entiende lo que lee y se aburre».
En el caso de los alumnos un poco más mayores, de 9 a 11 años, que han obtenido malos resultados académicos, aunque no tienen exámenes en septiembre, sí es aconsejable que trabajen algo durante el verano. «Los profesores suelen recomendar el material y deberes que pueden hacer en casa, y en estos casos -asevera la psicóloga- es mucho mejor un poco de trabajo cada día, media hora más o menos, que un intensivo en los últimos días de vacaciones». En este caso, añade, «es preferible que trabajen solos, que los padres no estén pegados a ellos mientras hacen los ejercicios, pues es importante que se acostumbren a ser más autónomos».
En esta edad y cuando ya son alumnos de ESO resulta muy útil pactar con ellos y es esencial «potenciar su responsabilidad».