Podría haber sido de otro modo, pero se quiso cargar de simbolismo. Las planchas metálicas con los nombres de las 1.569 víctimas republicanas de la Guerra Civil llegaron ayer al cementerio de Palma después de recorrer los lugares más emblemáticos de la represión, un modo de rendirles homenaje.
No se optó por el camino más corto, al contrario, el más largo para que la caravana pasase por los que debieron ser sus últimos y terribles recuerdos en vida: las cárceles de Can Mir y Can Sales (hoy el cine Augusta y la bibloteca de Can Sales) y, también, la que fue casa del alcalde republicano Emili Darder. El último recorrido desde la fundición hasta la pared del cementerio donde quedará instalado el memorial, cuyas obras de acondicionamiento ya están muy avanzadas.
A la llegada al cementerio, la presidenta de la Memòria Històrica de Mallorca, Maria Antònia Oliver, leyó los textos que acompañaran los enclaves destinados a las víctimas republicanas de la Guerra Civil, redactados por los hermanos Llorenç y Margalida Capellà.