El Ajuntament de Palma ha comenzado a derribar hoy el Hostal Sayonara, una actuación con la que, según la alcaldesa de la ciudad, Aina Calvo, se salda una «deuda histórica» con los vecinos del El Terreno, que llevan décadas pidiendo la desaparición de este edificio por ser foco de marginalidad.
Calvo ha estado esta tarde presente, junto a otros miembros del gobierno municipal, en el comienzo del derribo del inmueble, que durará dos semanas y al que seguirá la construcción de un aparcamiento público con capacidad para hasta 36 vehículos.
«Damos respuesta a una deuda histórica con El Terreno, una deuda justa y desatendida», ha afirmado la alcaldesa rodeada de su equipo y ante la presencia de decenas de vecinos que han acudido a ver el principio del fin de este edificio.
Para Calvo, la demanda de los vecinos de tirar el Sayonara ha sido «objeto de malas prácticas de la política», ya que durante mucho tiempo se ha dicho que se iba a hacer pero finalmente no se ha llevado a cabo.
Ha agradecido asimismo a los vecinos del barrio su «paciencia», su «perseverancia» y el hecho de que no hayan «tirado la toalla» en su reivindicación durante los últimos años.
Calvo ha recordado que en el solar del Sayonara y el adyacente se habilitará un aparcamiento de treinta plazas para vehículos, dos de discapacitados, dos áreas para carga y descarga y dos áreas de aparcamiento de bicicletas, lo que contribuye a paliar los problemas de aparcamiento en el barrio.
«Hoy es un día emocionante y en el que se demuestra que cuando uno tiene la voluntad política y el compromiso de trabajar por el interés general de esta ciudad, las promesas se pueden cumplir», ha opinado la alcaldesa.
El derribo del hostal durará dos semanas y las obras del aparcamiento para residentes tienen un plazo de ejecución máximo de seis meses, todo ello financiado por el Plan E del Gobierno central con un coste de 361.000 euros.
Justo antes de comenzar el derribo, el presidente de la Asociación de vecinos de El Terreno, Angel Domenech, ha asegurado a los periodistas que el día de hoy supone un «hito» para el barrio, ya que se ha dado salida a una «reivindicación histórica».
«Esto era un foco de degradación del barrio muy importante», ha dicho el representante vecinal, que ha precisado que en el Sayonara había «ocupas», ratas y se hacía botellón, aparte del impacto visual que suponía el edificio.
«Lo más importante -ha indicado- es que el Sayonara ya pasará a la historia negra de nuestro barrio como el principal símbolo de la degradación».