Hoy me va a costar mucho hacer cualquier cosa, desde lo cotidiano hasta lo propio de un día tan especial como la víspera de Reyes. Hoy me va a costar empezar el día como siempre, como tantas veces hice contigo, tomando un café con leche en el Bar Toni de la plaza Santa Eulalia, los cinco de siempre, en la mesa de siempre, porque parecía que alguien nos guardaba el sitio, para que pudiésemos arreglar el mundo a nuestra manera, incorporando algún que otro día compañeros que, sabiendo donde encontrarnos, venían con éste o aquel tema para comentar.
Hoy el bar sigue allí, la mesa también, pero me cuesta imaginar que tú ya no estás, cuando estuviste dispuesta, en un momento difícil a asumir con diligencia y mucha ilusión el compromiso de estar al frente del área de seguridad ciudadana del Ayuntamiento. No fue necesario presionarte, ni rogarte, tuviste claro desde el principio que querías asumir un reto difícil y así lo acordamos y nos pusimos manos a la obra. Claro que tuvimos problemas y dificultades, pero nunca vi en tus ojos, ni intuí en tus palabras miedo para hacerles frente. Ahora lo comprendo perfectamente, has sido, eres y serás para nosotros una mujer muy valiente, en lo profesional y en lo personal también.
En estos momentos en los que te lloramos de corazón yo quiero decirte que admiro esta valentía tuya, tu fuerza de voluntad y tu infinito coraje. Sé que puedo seguir hablándote y, desde estás ahora, siempre sabrás escucharme a mí, a tu marido, a tu hija, a tus hermanos, a tus amigos. Sabrás, porque nosotros ahora no sabemos encontrarla, hacernos llegar la fuerza necesaria para seguir adelante.
No te olvides de nosotros, porque para nosotros será imposible no recordarte a menudo, muy a menudo. Tarde o temprano vamos a volver a encontrarnos, de esto estoy completamente segura. Te quiero. Hasta siempre, Maite.