El 50 aniversario del aeropuerto de Son Sant Joan, que ha pasado con más pena que gloria en la sociedad mallorquina, permitió ver en el aeropuerto el pasado día 29 de julio al «alma mater» del actual edificio terminal inaugurado en 1997, el arquitecto Pere Nicolau, que fue quien lo diseño. En una amplia conversación analiza cuestiones tales como las infraestructuras aeroportuarias, el planeamiento urbanístico, su amistad con Felipe González, el edificio de Gesa y otras cuestiones relacionadas con el desarrollo y ordenación del territorio y la política.
-¿Qué opina de las críticas que recibió en su día sobre cómo diseño el aeropuerto?
-Las críticas siempre las valoro positivamente, ya que en caso contrario no podría hacer arquitectura. Dije en su día que yo no hago el viento, simplemente puse las velas. Y el viento lo hace la sociedad mallorquina. Por el camino hubo personas a las que les gustó el proyecto y luego lo criticaron cuando no se podía parar. Aquí, hay una gran identificación con el aeropuerto y convierte a Mallorca en una isla aeroportuaria con una relación dialéctica muy especial con esta infraestructura. Decir que los ingenieros hicieron una previsión de futuro que al final se ha cumplido en Son Sant Joan, lo cual es todo un éxito. Pese a las críticas, el aeropuerto está catalogado por los expertos como uno de los mejores del mundo por su funcionalidad y efectividad en el ámbito turístico.
- Pasillos largos, falta de luz, ¿qué tiene que decir al respecto?
-A medida que se crece, es inevitable tener más pasillos. Esto se ve ahora en la T4 de Barajas o en la nueva terminal de Barcelona. Aquí ha sucedido una cosa muy curiosa, como es el hecho que debemos reconocer que nuestra sociedad quiere crecer y no crecer a la vez. Quiere crecer a la hora de recibir dividendos de los hoteles o tener trabajos y ventajas del progreso del turismo y, a la vez, le gustaría ir solo cuando va en tren o por la autopista. Esta dualidad siempre se ha decantado a favor del crecimiento. La sociedad mallorquina practica un poco la doble percepción, la de crecer y no crecer.
-¿Por qué ha cambiado tando el aeropuerto que uste diseño
-Soy de la opinión general de que las ciudades y la arquitectura deberían crecer como un árbol. Son Sant Joan se ha quedado pequeño y los aeropuertos son edificios en continua transformación. Esta transformación puede hacerse bien o mal y en el caso de Palma está bien hecha. Cuando hicimos el edificio terminal teníamos el presupuesto ajustado y las ventanas tenían que ser pocas. Un edificio con ventanas es más caro y Son Sant Joan salió barato. 140 millones de euros, frente a los 6.000 millones que ha costado la T-4. Creo que el edificio que se hizo es el que se tenía que hacer con el prespuesto que había y se hizo sólo con un desvío del 5% en la cifra final del coste. El edificio se hizo de acuerdo con un presupuesto económico, la arquitectura está reconocida y estoy particularmente contento y orgulloso.
-¿Qué opina del desarrollo urbanístico que se ha hecho en Mallorca?
-El crecimiento en algunos casos ha sido malo, en otros ha sido bueno. Si comparamos con lo que se ha hecho en otras zonas españolas (Levante, por ejemplo), salimos bien parados. En esta isla se da el siguiente marco de actuación, como es que la derecha y la izquierda son proteccionistas, pero no llegan a los límites del GOB. La sociedad mallorquina quiere crecer, pero hay que hacerlo bien. Se tiene que valorar la intensidad edificatoria y ser capaces, al mismo tiempo, en demoler los errores urbanísticos cometidos. Hay que tener mentalidad abierta, seria y responsable y aprender de los errores. No se tienen que repetir las barbaridades que, sin duda, por falta de conomiento, interés o visión de futuro, se hicieron en años precedentes.
-¿Qué opinión le merece el Palacio de Congresos de Palma?
-Es un edificio de estructura, grande, cerca de la carretera y cuando acabe, quedará bien. Aparte, está bien ubicado.
-¿Se tiene que demoler el edificio de Gesa?
-Es un buen edificio y debe conservarse porque forma parte de la cultura arquitectónica. Es un edificio moderno hecho con una gran mesura y una excelente resolución arquitectónica. Estoy a favor de que se conserve y de que se le dé una importancia, ya que es un ejemplo de la buena arquitectura de la postguerra.
-¿Considera que la izquierda tiene miedo de afrontar nuevas infraesctruturas?
-Yo por los ejemplos que he vivido, puedo decir que no. Es muy difícil aquí hacer aquella línea divisoria que se hizo en las sociedades industriales de principios del siglo XX, como la izquierda igual a obreros y la derecha igual empresarios. Esto ya no es así. Hoy en día, el concepto de derecha e izquierda es muy diferente. La sociedad mallorquina empresarial se divide en dos: hoteleros y constructores. El poder político de derechas protege a los hoteleros, que no quieren más desarrollo y ponen limitaciones. Elemento a tener en cuenta porque en algunas cosas la derecha actual habría coincidido con esquemas de la izquierda de hace 50 años. Tampoco tenemos ahora una izquierda como en tiempos de Marx, sino una izquierda que valora más allá de los resultados puramente económicos.
-¿Y el plan de reconversión de la Platja de Palma?
-Se recogen tesis de hace más de diez años con las que más de uno se asustó, cuando dije que se tenían que demoler las cosas. La rectificación es importante y defiendo el principio de reversabilidad. La Platja de Palma la tendrá que arreglar la arquitectura, sin la arquitectura no se podrá arreglar. Aquí, hay solución. Los próximos cien años son de recuperación de Mallorca, porque lo que sucedido urbanísticamente aquí, ha pasado también en otras zonas turísticas.
-¿Cómo analiza el Estatut catalán?
-Es una cuestión muy poliédrica. La pregunta a hacerse es qué piensa la sociedad catalana. La sociedad catalana está convencida y orgullosa de ser española y catalana a la vez. España ha progresado gracias a las autonomías y esto es una victoria del nacionalismo. El hecho autonómico nos ha enriquecido y dado protagonismo a nivel europeo, pero también nos ha consolidado como Estado español.
-¿Le decepcionó la propuesta de Núñez y Navarro para la Fachada Marítima de Palma?
-Cuando me entére de que se quería instalar una zona residencial entre el Palacio de Congresos y el Baluarte del Príncipe, no me agradó desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico. Se trata de una zona que tiene que ser pública. Es un enclave con vocación pública. No entendí el proyecto de Busquets de meter viviendas.
-¿Le satisface cómo ha evolucionado el Parc de la Mar?
-Es un gran ejemplo de cómo la ciudad quiere un proyecto. El grupo Zócalo, en el que participé, se siente muy satisfecho del trabajo que se hizo. Es un buen ejemplo de crecimiento urbanístico y de la sociedad actual. Es una obra de puro disfrute que no da resultados económico y que resalta, ante todo, La Seo.