Teatro medieval, solemnidad, historia y dolor, éstos han sido los ingredientes que se vivieron ayer en la Seu de Palma. Como cada año en Viernes Santo, la catedral de Palma se convirtió en protagonista de la bajada de Jesús de la cruz, una escenificación que se considera una joya del teatro medieval mallorquín. El obispo de Mallorca, Jesús Murgui, ofició la celebración que precedió al «davallament» en catalán y castellano ante la atenta miradas de cientos de fieles, la mayor parte mallorquines, pero también muchos turistas que no querían perderse este evento de Semana Santa.
u HISTORIA Y TRADICIÓN
«Suelta a Barrabás», «Salve, rey de los judíos, «Aquí lo tenéis, crucificarlo». Son algunas de las frases procedentes de la pasión de Cristo según San Juan que precedió a la escenificación del «davallament» y que fue leída a tres voces. Así, la detención de Jesús, el juicio ante los judíos, el calvario, la crucifixión y la muerte de Jesús fueron relatados ante de escenificar el momento de la «bajada» del cuerpo de Cristo de la Cruz.
Se representa cómo se golpeaba con un martillo la cruz para desclavar el cuerpo de Jesucristo. Sujetado por una tela blanca se desciende el cuerpo y es depositado sobre el lecho fúnebre. A continuación, una comitiva formada por clérigos y representantes de dos familias de la nobleza mallorquina, los Quint-Zaforteza y los Dezcallar, acompañan al cortejo que recorre toda la catedral junto a la paso de la Virgen de la Dolorosa para finalizar en el altar mayor donde la figura de Jesús fue enterrada ante la atenta mirada de los cientos de fieles.