Con el beneplácito de algunos y la desaprobación de otros, sa Llonja de Palma proyecta desde esta semana una imagen histórica. Han transcurrido cuatro siglos desde que el edificio de Sagrera ofreciera por última vez este mismo testimonio: una terraza despejada y sin cubierta.
El actual proyecto del arquitecto Pere Rabassa, ya ejecutado, ha defendido la sustitución de la cubierta instalada en el siglo XVII por la actual plana con el fin de aproximarse a las intenciones del arquitecto de Santanyí. Sólo en los años sesenta pudo verse una imagen similar a la actual, cuando se desmontó temporalmente el tejado para sustituir sus vigas de madera por otras de hierro y cambiar tejas.
Ultima Hora acompañó al arquitecto Pere Rabassa a un reciente visita de obra. Un buen número de operarios trabaja en lo más alto de sa Llonja rematando la impermeabilización del suelo. El pasado octubre iniciaron el desmontaje del tejado de forma paralela al aislamiento del pavimento. Ha sido un proceso lento, dada la adversidad meteorológica de estos últimos meses, que en breve culminará con el recubrimiento a base de baldosas cerámicas hexagonales, que se fijarán con cemento cola y se adaptarán a las ondulaciones propias de bóvedas. Los agujeros de ventilación del edificio serán rematados con unas estructuras de acero inoxidable que permitirán que sigan tiendo dicha función y, al mismo tiempo, impidan la entrada de agua.
Como puede observarse en la imagen de la izquierda y según detalló el arquitecto encargado de la obra, ya se han levantado las pilastras que sujetaban la cubierta y se procede a la impermeabilización de estas zonas.
Según explicó la arqueóloga Elvira González, entre los sillares se ha encontrado cerámica común, empleada, fundamentalmente, para nivelarlos y que ofrecen datos importantes para los expertos. «Todos estos elementos nos permiten establecer una cronología con certeza», explicó González. Entre estas piezas destacan algunas de color y otras con impronta.