Desde hace dos meses y medio unas telas negras cubren la fachada modernista del edificio Can Casasayas, situado en la Plaça del Mercat de Palma. Éstas fueron colocadas hace más de dos meses tras el derrumbe de parte de un balcón de la tercera planta del edificio para evitar la caída de nuevos cascotes a la vía. Entonces, Cort realizó una inspección técnica y obligó a los propietarios a iniciar los trabajos de consolidación de forma inmediata. Desde entonces, nada se ha movido.
Los propietarios, que estaban pendientes de conseguir una subvención, negaron estar demorando los trabajos hasta conseguirla. El presidente de la comunidad de vecinos, Pep Massot, declaró hace unas semanas a Ultima Hora que «ya se han entregado todos los papeles necesarios al Ajuntament, estamos pendientes del último trámite y comenzaremos dentro una semana».
El problema no es nuevo. Can Casasayas, catalogado Bé d'Interés Cultural (BIC), sufre desprendimientos desde hace al menos dos años, cuando cayó parte de otro balcón en la parte frontal del inmueble. Desde entonces el inmueble está apuntalado en ese punto. Tras aquel incidente, los propietarios consiguieron la licencia de obras e iniciaron el trámite para conseguir una subvención del Consell. En el primer intento no pudieron reunir toda la documentación a tiempo. Un año después, parece que sí lo hicieron, pero la subvención no se concretaba. Así las cosas, se produjo el citado desprendimiento, a finales de octubre. Fue entonces -pocos días después del fatal derrumbe en la Plaça Serralta- cuando Cort inspeccionó Can Casasayas y advirtió a los vecinos que las obras debían empezar de inmediato. Los trabajos deben sustituir piezas para evitar que el hierro se dilate y cerrar fisuras.
«No estamos esperando la subvención para empezar», dijo Massot un mes después del último incidente, pero nada se movió. Hace unas semanas el Consell aprobó la ayuda, que se abonará cuando se finalicen los trabajos. Pero las obras no han comenzado. Y ya han pasado dos meses. Mejor dicho: dos años.