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Editorial

El campo protesta, el campo se muere

El campo protesta. La práctica totalidad de las organizaciones agrarias han convocado manifestaciones de protesta en toda España, la más importante ayer en Madrid, por el enorme diferencial entre los precios que reciben por sus productos en origen y los que se ofrecen, al final del proceso comercial, a los consumidores. La cadena de intermediación acaba generando algunos casos lacerantes, con alimentos que multiplican por ocho su coste inicial a los payeses.

La situación no es nueva. El sector primario español, como en el resto de la Unión Europea, no logra modificar sus estructuras para adaptarse a los nuevos sistemas de comercialización, los cuales se aprovechan de este desfase para seguir aumentando el diferencial, es decir, sus beneficios, en el recorrido desde el campo hasta la cesta de la compra. Los ejemplos se suceden, y no sólo en la agricultura. En las explotaciones ganaderas la situación es similar, como en el sector pesquero.

El problema es de una envergadura tal que los gobernantes "el caso de la ministra del ramo, Elena Espinosa, es paradigmático" apenas son capaces de ofrecer apaños: una reducción del IVA y un carburante profesional para el sector. El problema de fondo sigue sin resolverse, los canales de comercialización continúan inalterados, reduciendo al mínimo la rentabilidad de las explotaciones agrarias. El goteo del abandono de tierras es incesante, no hay futuro en el sector primario español. Tampoco en el europeo. La política de subvenciones propiciada por la Unión Europea ha generado dinámicas insostenibles desde la perspectiva medioambiental, social y económica con comarcas obligadas a abandonar cultivos y fórmulas de explotación tradicionales. Mientras, el campo se muere.

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