Uno de los puntos más conflictivos de las últimas semanas en Palma ha sido, sin duda, la implantación del carril bici por las Avingudes. La encuesta del IBES pone de manifiesto que mientras el 61 por ciento de los palmesanos apoya la construcción de carriles bici por la ciudad, un elevadísimo 69 por ciento considera un error su trazado por las Avingudes. Tampoco es despreciable el dato de que un 83 por ciento considere que la bicicleta no es una alternativa para el tráfico rodado de Palma, consideraciones que chocan radicalmente con los planteamientos del gobierno municipal que preside Aina Calvo.
El modo en que el Ajuntament está acometiendo los problemas surgidos en los puntos de tensión ciudadana, como en las barriadas de Son Gotleu o Son Banya y la práctica del botellón en el Passeig Marítim, tampoco logran agradar a la ciudadanía.
La impresión mayoritaria de los palmesanos, por encima del 80 por ciento, es que Cort no está ofreciendo soluciones eficaces a estos problemas que afectan de un modo claro a la convicencia ciudadana.
Restringir el botellón
Con relación al botellón llama la atención, según la consulta demoscópica de IBES, que la propuesta de Cort -su traslado a los extremos del Passeig Marítim- es, precisamente, la que cuenta con menos apoyo ciudadano, un escaso 14'3 por ciento, frente a las opciones mayoritarias que defienden su prohibición o controlar la edad de los jóvenes que lo practican.
Aunque se trata de una situación que concluirá el próximo mes de diciembre, las obras del Plan E también han generado numerosas molestias a los ciudadanos, que en un 74'7 por ciento denuncia la falta de coordinación en su ejecución, la razón por la que se ha generado esta sensación de agobio ante la proliferación de obras en todos los rincones de Palma.
Hacerlo en nombre de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica no ha sido razón suficiente para que los palmesanos hayan admitido el masivo cambio de nombres en las calles de la ciudad por su vinculación con el régimen franquista, toda vez que un 72'3 por ciento de los ciudadanos se muestra contrario a esta decisión aplicada desde el Ajuntament de Palma.
Resulta significativo que los ciudadanos que se identifican con la idiología conservadora muestran un rechazo mayoritario, del 85'4 por ciento, mientras que el apoyo es del 20'3 por ciento entre los ciudadanos que se declaran de izquierdas. No obstante, el ciudadano de centro considera, en un 80 por ciento, que Cort no debería haber cambiado los nombres de las calles de Palma, tal y como defiende el equipo de Calvo.