El día amenazaba lluvia desde por la mañana, por lo que hasta los más amantes del sol y el mar decidieron abandonar sus planes de playa y disfrutar de una visita turística por el centro de Palma.
Las calles más emblemáticas de la ciudad registraron un lleno total, así como terrazas y restaurantes, que se mostraban abarrotadas de turistas.
Los artistas de la Plaça Major contaron con un público multitudinario que llenó de aplausos sus intervenciones. Pintores y caricaturistas retrataron casi sin descanso, llegando incluso a doblar el trabajo de una jornada ordinaria.
Otra opción elegida, sobre todo por los veraneantes extranjeros, fue visitar Palma en el autobús turístico, sentados todos los pasajeros en la terraza del vehículo, contemplando los monumentos principales de la ciudad.
Sin duda, la Catedral y sus alrededores se convirtieron en las estrellas del día, consiguiendo incluso eclipsar el fervor consumista provocado por las recién inauguradas rebajas.