La festividad de la Mare de Déu de la Victòria fue celebrada ayer por un gran número de alcudienses y visitantes que no quisieron perderse, a pesar del agobiante calor, esta casi única romería estival, celebrada en el magnífico marco que ofrece el santuario de La Victòria, que se enmarca en la península del Pinar.
A las once y media llegaron las autoridades encabezadas por el alcalde, Miquel Ferrer, y a continuación fue sacada de su camarín entre aplausos la imagen de la patrona y colocada junto al altar mayor donde se concelebró una misa que presidió Joan Oliver.
Acabada ésta fueron presentados los nuevos gozos a la Mare de Déu de la Victòria, por parte de su creador, el escritor y poeta alcudiense, Rafel Bordoy, que luego fueron interpretados por la Coral de Alcúdia.
A continuación fue bendecida la típica camomila recogida en el monte de cabo Pinar, que luego repartieron en pequeños ramitos los obrers Tito Cañamaque y Damián Rocamir.
Mientras, los colaboradores de la obrería se esmeraban en la confección de seis grandes paellas, de carne y marisco que incluía langosta y centolla, que fueron luego degustadas en las mesas colocadas en la explanada del santuario.
Las carreras de joïes "ya bajo un sol de justicia" volvieron a congregar cerca Ses Piques a los más pequeños que recibieron lotes de playa, y gorras y mochilas del mono Guay, obsequio del Grup Serra.
Tras la comida, la banda de música ofreció un alegre repertorio de pasodoble para animar el ambiente, y como es costumbre este día, el director de la banda cedió la batuta al alcalde, Miquel Ferrer, que dirigió la pieza Paquito Chocolatero, jaleado con olés del público. Luego abrió el típico baile, cumpliendo con la secular tradición con una jota mallorquina, festejada con lluvia de avellanas.