El 21 de junio de 2007, hace hoy dos años, Jaume Matas, por aquel entonces presidente en funciones de la Comunitat Autònoma, convocó por sorpresa a la Ejecutiva de su partido, el PP. Dos días antes se había reunido con la presidenta de UM, Maria Antònia Munar, con vistas a negociar un acuerdo que permitiera al PP seguir gobernando en Balears.
Matas había acudido a la reunión con Munar, a quien las elecciones autonómicas de mayo habían vuelto a asignarle el papel habitual de bisagra, dispuesto a ofrecerlo todo, incluso una fórmula para que la propia Munar presidiera la Comunitat Autónoma en algún momento de la legislatura. Aunque todo el devenir de las negociaciones hacía presagiar que UM ya estaba decidida, incluso antes de las elecciones, a pactar con la izquierda, desde el PP se había puesto en circulación la especie de que Matas podría darle la vuelta al partido, en el último minuto e incluso «en el tiempo de descuento». Nada más lejos de la realidad.
Rajoy se opuso
La reunión de la Ejecutiva había sido convocada para la tarde esa misma mañana. Los periódicos del día anterior informaban de que Munar no quería pactar y también recogían unas palabras de un buen amigo del presidente en funciones, de Eduardo Zaplana. Zaplana, portavoz del PP, auguraba «un buen futuro» para Matas aunque se concretara «un pacto anti PP».
Jaume Matas ya había comunicado su decisión al presidente nacional del partido, Mariano Rajoy, cuando llegó al hotel Palas Atenea y explicó sus motivos a la Ejecutiva de Balears. «A Rajoy no le ha parecido bien», les dijo, «pero respeta mi decisión».
Matas afirmó que no ocuparía su escaño y les habló de que tenía pensado desde hace tiempo aprender inglés en los Estados Unidos. Sus planes pasaban por no presentarse a la presidencia del PP en el próximo congreso y designar, mientras tanto, a Rosa Estarás como coordinadora. Aquella solución era insostenible, como algunos advirtieron esa tarde y, algún tiempo después, Matas presentó, por carta, su renuncia.
Hubo muy poca autocrítica aquella tarde en la que Jaume Matas anunció que se iba y, desde luego, nadie cuestionó ninguna de las aventuras en las que se había embarcado el anterior Govern.
Lo peor, el estallido de diferentes casos de presunta corrupción durante la época en que presidió el Govern, aún estaba por llegar.