Si no lo remedia un milagro, Pere Parets será el ultimo espardenyer de Mallorca. Tercer eslabón de una cadena de espardenyers que inició su abuelo, está soltero y sin compromiso, «y como no me traiga usted una americana rica y guapa...».
Pues eso, que el oficio está en vías de desaparecer. «He intentado buscarle una continuidad a través de talleres que he organizado en escuelas, peo me temo que sin resultados. Pero es que tampoco los políticos ayudan nada. A mí, desde luego, ninguno me ha preguntado qué va a pasar cuando yo lo deje, ni tampoco ha organizado ningún taller. En fin, que ya veremos...».
Cuenta Pere que el oficio llegó a Consell en la primera década del siglo pasado. «En 1914 abrió la espardenyeria mi abuelo, que heredó mi padre y que a la vez he heredado yo. En 1928, en Consell habría 10 talleres con 92 personas entre todos. Todos hombres, eh!, ya que las mujeres, que son las que cosen las lonas, trabajaban en sus casas. Y en los años 40, como eran tantos, se distribuyeron entre Inca, Petra, Selva, Maria de la Salut, Sant Joan, Sencelles, Sineu y Soller...».
Pere nos hace una breve demostración de cómo se hace una suela de espardenya con yute, «que es el material que empleamos. Yute para hacer la suela y yute para coserla». Y nos cuenta que al día un obrero puede hacer alrededor de doce pares de espardenyes. Pero no nos dice a cuánto las vende, «aunque viendo el precio al que las venden algunos de los que me las compran a mí, creo que abusan». Según le han contado, la espardenya llegó a Mallorca procedente de Cerdeña y Túnez, y a esos países, de Egipto, y que en España, además de en Mallorca, se hacen en Murcia, Catalunya, Valencia y La Rioja, «donde quedan también muy pocos como yo». Sobre el banco, Pere coloca cuanto precisa para hacer unas espardenyes, pocas cosas, desde luego, «pero es que tampoco se necesita nada más».
Pedro Prieto
Foto: Click