La 'Hora por el planeta', iniciativa promovida por el Foro Mundial por la Naturaleza (WWF) y que consistió en el apagón de la iluminación de edificios emblemáticos y monumentos en miles de ciudades de todo el mundo, ha sido algo más que un gesto simbólico, algo más que un mero gesto. Con esta acción, amén del ahorro que pueda haber generado en cuanto a la factura energética, se consigue avanzar en la concienciación de las ciudadanos de la Tierra sobre la importancia del medio ambiente y de cuantas iniciativas contribuyan a reducir el consumo de bienes naturales que son escasos y, al mismo tiempo, imprescindibles para la vida.
Debemos tomar conciencia de la importancia del ahorro de energía, en un mundo occidental en el que hasta el momento nos hemos comportado como si el agua o los bienes naturales fueran infinitos. Debemos comprometernos también con la reutilización de materiales y, en este sentido, es imprescindible incidir en el reciclaje de los residuos que generamos.
Las administraciones públicas deben velar por hacer que ello sea posible, contribuyendo con cuantas campañas imformativas sean precisas, sancionando aquellos comportamientos que ponen en peligro el medio ambiente y, evidentemente, siendo ejemplo de usos energéticos responsables, cosa que no siempre sucede.
Si avanzamos en estos aspectos podemos conseguir que la influencia humana en la naturaleza no tenga la categoría de catástrofe, eliminando los riesgos de alterar de forma imprevisible y radical un medio que es imprescindible para nuestra vida y la de nuestros descendientes.