La encuesta realizada por el Instituto Balear de Estudios Sociales (IBES) para Ultima Hora sobre la percepción de los palmesanos sobre la calidad de vida en su ciudad y los servicios municipales arroja un dato preocupante, el 58 por ciento considera que ha empeorado y apunta los problemas: aparcamiento, tráfico, ruido y seguridad.
El análisis de los palmesanos no es negativo en todos los aspectos. Así, aceptan que la ciudad está más limpia, los jardines mejor cuidados y el nuevo enfoque de las fiestas populares.
Pero sin duda, uno de los aspectos más llamativos de la consulta es la confrontación de las dos últimas alcaldesas de Palma, Catalina Cirer y Aina Calvo, tanto en su grado de conocimiento como de apoyo y valoración de su gestión. En ambos supuestos la política conservadora obtiene ventaja frente a su adversaria y actual alcaldesa.
El hecho de que Cirer lleva casi veinte años en la política podría explicar que sea más conocida que Calvo, que apenas hace dos años que está en la primera línea. Sin embargo, lo que es más difícil de explicar es que Cirer aventaje a Calvo en valoración y apoyo de su gestión. La alcaldesa y el PSOE deberán reflexionar acerca de estos datos que, ciertamente, no son buenos. Han tenido en los últimos meses demasiados conflictos abiertos que han desgastado la imagen del Gobierno municipal y han provocado cierta decepción. Se ha evidenciado durante demasiados meses una falta de actividad. Y se han tomado decisiones muy polémicas, contestadas por movimientos vecinales, y en las que ha faltado talante negociador. Palma puede y debe cambiar, pero escuchando a sus ciudadanos, estos palmesanos que, según la encuesta publicada ayer por este diario, no están satisfechos. Quienes tienen la responsabilidad de gobernar la ciudad pueden seguir igual o pueden rectificar. Es su decisión. La de los ciudadanos se verán en futuras encuestas y en las urnas dentro de dos años.