El baile de máscaras tal como se pretende por parte del área de Participació Ciutadana del Ajuntament de Palma, una vez acabada sa Rua, habrá de esperar una mejor ocasión, en el sentido de lo que se entiende por un baile de máscaras.
Al reclamo del anuncio del mencionado baile en es Born, el público entendió, por la ubicación del catafalco en la Plaça Rei Joan Carles I, que allí tendría lugar el mismo y concluido el desfile.
Allí, jóvenes pertenecientes a varias comparsas iban buscando una mesa donde inscribirse en el concurso para poder acceder a los premios. Entre ellos estaban la comparsa de Sóller, Sa confraria de ses arrepentides, ataviadas de manolas acompañadas de un sacerdote. Luego, el grupo del colegio Son Serra, que vestían de planetas, porque era el año de Galileo, y por último los jóvenes miembros de la familia Puertas, de s'Indioteria y es Rafal, vestidos por libre.
La puntualidad marcó el inicio de la actuación del grupo Pelucón Flowers, animador de este supuesto baile, que supo imprimir mucho ritmo a través de su moreno solista y de su no menos espectaculares acompañantes morenas, que sí aportaron con su escueto y brillante atuendo rojo de dos piezas la nota más genuina de la fiesta que es el Carnaval.
Una valla separaba el público del escenario, quien seguía las notas con sus movimientos de lo más granado del funky de los años 70. Lo más jóvenes al principio mirando de pie, sin apenas moverse y los más entraditos en años, pues tarareando alguna de las composiciones sin dejar de mirar fijamente el espectacular baile que iban tejiendo las morenas siguiendo el ritmo. Focos, efectos especiales de niebla, leve humo, y todo ello muy cerca de los Bombers de Palma, que no parpadeaban siguiendo la actuación de muy cerquita. También la alcaldesa de Palma, Aina Calvo, estuvo allí.... pero de baile, lo que se dice baile de máscaras, poquito. Pasada una media hora, algunos jóvenes se animaron a mover el esqueleto, porque la ocasión lo valió. Los intérpretes de Pelucón Flowers lo hicieron posible.
Amalia Estabén